UNA FE VIVA

                                                                     

Cuando el alma ve en lo más profundo de sí misma, con los ojos encendidos, abrasados de amor, a un  Dios que  la colma de regalos, entonces es cuando esa alma mira a Dios desde su pequeñez y se da cuenta del privilegio que se le ha otorgado, más cuando desaparece todo don dejándola sumida en la indigencia es cuando realmente aprende a vivir de fe y una fe viva.

En cierta ocasión en un monasterio se hallaba una monja que vivía de esos regalos y de pronto se secaron esas delicias en  que Dios la cubría y ante esa aridez intentó hacerle frente con todas sus herramientas humanas.

Se vio sin poder tener oración, sin gusto por nada de lo propio de la religión, fue tanto el desprecio que sentía que negó una y otra vez la existencia de Dios y se lamentaba de las riquezas y posición social que había dejado en el mundo para seguir a Cristo y ahora todo le parecía insulso y una gran mentira.

En su interior solo había resentimiento y se decía una y otra vez «Dios no existe, todo es una mentira» y así estuvo 3 largos años, no sintiendo gusto por nada y guardando silencio de su sufrimiento y diciéndose ¿qué miran mis hermanas en esa caja tonta de sagrario?.

Esa monja en ese largo desasosiego no dejo de hacer obras de caridad cada vez más exquisitas, hasta el punto que su madre maestra observó en ella ciertas virtudes heroicas y le preguntó qué gracias le daba el Señor para ser tan dulce con todas, a lo que la monja no respondió más que con una sonrisa y escapó de dar respuestas.

En cierta ocasión, estando comiendo en el refectorio= comedor monástico, salió de un cuenco donde se guardaban los desperdicios de la fruta un gusano blanco de un hueso de melocotón, la monja sorprendida de ver como se arrastraba el gusano por la mesa de mármol le puso su mano de tal suerte que el gusano siguió caminando por la cara y la palma de su mano como si de terreno propio

 se tratase y no ajeno. Caminaba con tanta confianza que ella se sorprendió de que un gusano le diese una bonita lección de fe y humildad, el gusano caminaba confiado, solo la monja tenía el poder de truncar ese tranquilo paseo.

Podía optar por matarlo de un golpe en la misma mesa, despedirlo de un manotazo o bien con todo cuidado darle la libertad de seguir caminando por la vida en la huerta en una hermosa col.

Este detalle, le dio a conocer cómo debe de ser la fe, no solo en Dios sino la fe en las hermanas, confiar en que nos quieren lo mejor cada día y vivir esa fe con humildad como le mostró aquel gusano blanco que confió su caminar por la palma de su mano.

Hoy pido, que el hombre recupere la fe en el hombre, que seamos humildes cuando alguien nos diga «Fíate de mí, que no hay peligro, entra en mi casa», el miedo es el síntoma más alarmante de la desconfianza y que nos demuestra que no hemos aprendido de verdad a amarnos, amar no es lo mismo que querer, aquel que ama no piensa en sí mismo sino en el otro en su hermano en apuros y no tiene en cuenta su vida para salvar la vida incluso de un desconocido.

La fe, es creer sin ver, yo creo en Dios y aunque nunca lo he visto con los ojos corporales si lo conozco con los ojos del alma, cuando me olvido de mi cansancio para estar a tu lado, allí veo a mi Cristo llevando el peso de una cruz, veo a mi amigo cargado con un peso de dolor superior a sus fuerzas y mi fe me hace ir hasta él y preguntarle ¿qué tienes, qué te pasa? Aquí me tienes « Estoy a tu lado»

Con ternura les dejo mi experiencia de fe VIVA, la que me hace ser como soy, tozuda, tenaz, soñadora y realista, con ustedes a mi lado la vida se torna más deseable de explicar y decirles «Con fe todo dolor se vuelve más llevadero».

 !Ánimo, que Estoy a tu lado!!

LES DEJO UN BESO DE MI TERNURA