
Cuando encontré el tesoro escondido, no callé de decir dónde lo había encontrado; la perla más preciosa del mundo no paré de quererla regalar. Nadie se interesó en saber dónde estaba ese tesoro y nadie quiso quedarse con la perla...(conf.Mat 13,44-46)
Hoy casi 20 años después de mi primer sí, sigo con mi misma actitud: No ceso de hablar de Jesús y de que le sigan. Hoy, encuentro más hambre de Dios que hace 20 años y eso me hace reflexionar lo desangelado que está el hombre sin moral y sin Dios.
Como ustedes ya saben, soy una convertida y como tal, recibí como una fuerza interior para seguir a delante hacia un Dios que me estaba esperando desde toda la eternidad, de siempre lo intuía y de siempre que le decía… ¡déjame!!Como es en realidad cuando vivimos acomodados a nuestra mediocridad.
El pecado, grande o chico me lo llevaba y con el también habían muchas virtudes que desde mi infancia se quedaron como prendidas en mi alma.
No se entiende como la humanidad ha llegado a ser tan inhumana con su propio o ajeno prójimo y a la vez la otra cara de la moneda, hallamos hombres y mujeres que viven guardando el tesoro y la perla preciosas a toda costa queriéndolas regalar.
Cuando me dicen: «Mire hermana es que yo tengo poca fe» sospecho que en su interior hay más fe de la que cree tener.
¡Ah! Aparece el gran y eterno problema«Yo creo en Dios pero no en la Iglesia» y….lo entiendo, ya que no hace tantos años yo perseguía a la Iglesia y huía de los cristianos por el mal ejemplo que me daban con sus actitudes de seres perfectos y los demás estábamos condenados.
Mi equivocación fue monumental, me aparté de la Iglesia por el mal ejemplo que recibía de algunos miembros de la comunidad cristiana y casi casi del Dios mismo. No, no lo hagan ustedes así, hagan lo que hagan los hombres incluso el mismo sacerdote, ustedes permanezcan fieles a su amor y al magisterio, de la iglesia. Busquen personas de Dios que les hablen de Dios en los hombres y hombres hablen de Dios.
No me digan que tiene poca fe,..Pídanla una y otra vez, que Dios la dará. Oren con Dios como lo que es Padre, esposo y amor de ambos.
La fe es una actitud rendida del alma que hace que todo se haga con complacencia, entren en esa igualdad de amor y déjense llevar mar a dentro para vivir lo que nos quede de vivir, con inmensa alegría.
He tenido la fortuna de encontrarme con personas maravillosas que aparentemente te hacen creer que no creen en nada y menos en los hombres y son tremendamente algo fuera de lo común. Tienen una sensibilidad aguda para despertar amor y que sean amadas incondicionalmente y al cabo del tiempo te confiesan, entre sollozos…«Hermana ayúdeme, necesito creer en Dios aunque no me conceda nada de lo que le pida». Enta situación me la encuentro en el chat muchas veces, hermanos que se sienten atraídos por Dios y no saben cómo acercarse a él con el bagaje de sus pecados.
La tarea no es fácil, pero les confieso que me siento feliz de poderles llenar la boca del alimento de la Palabra de Dios, el evangelio puesto en la vida de modo que se vea alcanzable y sobre todo deseado de poseer.
Amo a los hombres, los desearía tener a todos en mi palma de mano para acariciarlos como el tesoro hallado y la perla más preciosa, son pertenencia de Dios y son míos porque yo amo a Dios, aún en imperfección. Esos los elegidos de Dios, y no todos son elegidos, algunos pueden interpretar que ser elegido son para los buenos, no, no, nada más lejos del deseo de amor de nuestro Dios, los elegidos amigos míos son : los pobres, los enfermos, los marginados, las mismas prostitutas que muchos osan criticar, nos pasaran delante en el banquete de Bodas del Cordero.
Tan sólo necesitamos una cosa para ser un hambriento de Dios, tener deseo de saciarse de la VERDAD.
Les invito a reflexionar en los siguientes puntos:
1.- ¿Conozco a Dios, qué es lo que conozco?
2.- ¿qué hace para conocerlo?
3.- ¿A qué renunciaría para amalo?
4.- ¿Por qué no busca en la Iglesia ayuda?
5.- ¿Participa en la eucaristía, sabe darle el valor infinito que tiene?
6.-Si se siente decepcionado de la Iglesia, le diré que la Iglesia somos todos, no manda el presbítero en la eucaristía, la celebramos todos en comunión, Cristo es mío y es tuyo y no procede dividirnos para llevarnos más tajada, su sangre nos ha salpicado a todos por igual.
No desearía que nadie se quedará con la idea que su fe es mínima, la ayudaré si se deja a que sea grande como grande es el mar , donde no tendríamos vida para contar todos los granos de arena.
Les espero
Con ternura
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P