Cuando era pequeña, soñaba con cierta frecuencia como sería la resurrección de los muertos. Vivíamos en la calle que llevaba al cementerio y siempre veía pasar el carruaje de caballos blancos o negros, según la familia pudiese pagar. De ahí mi afición junto con lo que mamá me contaba en imaginarme la resurrección de los muertos.
Veía a todos los muertos resucitados y una voz que les decía: Desde ahora no conoceréis más que la felicidad. Los muertos así resucitados iban totalmente desnudos y nadie sentía vergüenza de su desnudez
Un día, me encaminé al cementerio en con la determinación de robar algún hueso para poder estudiarlo.
Así fue, me llevé un peroné y en una olla de zinc lo herví para tenerlo bien desinfectado. Luego lo sequé cuidadosamente .como si fuese una gran joya, pero mamá me sorprendió y solo me dijo:

Teti....Tienes que devolver ese hueso a su dueño ay que el día que resucite estará cojo.

Me pareció tan lógica su respuesta que ese mismo día lo deje junto un montón de huesos, ya que habían sido sacado de sus nichos por impago de la familia y los enterraban en una fosa común.
Sentí mucha pena por los pobres muertos, pobres y sin que nadie los quisiera, así que me dispuse a pedirle a Dios que esos pobres fuesen los más felices en su Reino.

Creo que Dios siempre escucha y durante muchos años pasaba por esa fosa común anónima a rezar por sus almas.
Pedía su felicidad, porque sabía por mi madre que resucitarían en gloria como el Hijo de Dios nos lo había prometido.

Mi felicidad hoy consiste en acoger a todos los muertos como los más pobres y orar por ellos por igual sin diferencias en la hora de la muerte o actos funerarios.El hoy , está escrito en 1962

¡Ay qué ver!!! Hasta en los muertos hay clases.

                                       
Con ternura
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P