Estimados amigos:
Ya he concluido mis ejercicios espirituales y con la gracia de Dios espero que mi vida se vaya pareciendo un poquito a la de Jesús; ya estoy con ustedes y les dejo esta bonita historia de mi infancia
Recuerdo que cuando era niña, en mi casa había la costumbre el día de Navidad invitar a un pobre a comer.
Generalmente todos los años venia el mismo pobre, se llamaba Moisés y para mi se convertía en algo muy especial, un día extraordinario porque Moisés resultaba ser un hombre que conocía mundo y me contaba historias que iluminaban aún más mi imaginación.
Ese día mi abuela tenia en la mesa el mejor pollo del corral, que lo había tenido a dieta, atado su pata a la pata de la mesa de mármol del jardín dos días.
Se preparaba la mesa con toda clase de detalles como si el invitado a comer se tratase de una persona muy importante.
Recuerdo que esas cosas marcaban mi vida, en ver belleza en la pobreza de aquel hombre no demasiado bien vestido y de higiene descuidada, a penas tenia dientes y comía con las manos, cosa que jamás se había visto hacer en casa.
Pasaron los años y Moisés murió, así toda la familia lo supuso, porque no volvió ninguna Navidad más y esa bonita costumbre se dejó de hacer, hasta un año en que estábamos solas mi madre y yo para el día de Navidad y hablando en la cocina preparando la buena comida de Navidad, le comenté lo que cuando era pequeña se hacia y de reprende mamá me dijo: « ¿Nena, y si fuéramos a buscar a un pobre en la calle?», he de decir que la cara se me incendió de alegría, me puse la gabardina y salí a las Ramblas de mi ciudad en busca de un Moisés.
Lo encontré dormido en un banco, le expliqué porque quería que viniese conmigo y acepto.
Estando en la mesa y abriendo yo una botella de cava, mamá le preguntó: ¿Cómo se llama? En hombre se resistía a decir su nombre haciéndose el interesante, pero por fin dijo su nombre. «Me llamó Moisés como mi padre», del impacto derramé gran parte del cava fuera de la copa.
Mi pobre era el hijo de mi amigo Moisés, el invitado especial de cada Navidad.
Pero para terminar esta historia real, tiene algo más trascendente que haber hecho una caridad. Mamá me dijo: ¿Sabes Teti a quién hemos tenido invitado a nuestra mesa desde que tú eras pequeñita?
Pues sí, mamá, a Moisés. Mamá tomándome la cara, me hizo la señal de la cruz en la frente y me beso con suavidad como era propio de ella y mirándome a los ojos me dijo: A Jesús.
Creo que no hace falta que les diga nada más.
Recuerdo que cuando era niña, en mi casa había la costumbre el día de Navidad invitar a un pobre a comer.
Generalmente todos los años venia el mismo pobre, se llamaba Moisés y para mi se convertía en algo muy especial, un día extraordinario porque Moisés resultaba ser un hombre que conocía mundo y me contaba historias que iluminaban aún más mi imaginación.
Ese día mi abuela tenia en la mesa el mejor pollo del corral, que lo había tenido a dieta, atado su pata a la pata de la mesa de mármol del jardín dos días.
Se preparaba la mesa con toda clase de detalles como si el invitado a comer se tratase de una persona muy importante.
Recuerdo que esas cosas marcaban mi vida, en ver belleza en la pobreza de aquel hombre no demasiado bien vestido y de higiene descuidada, a penas tenia dientes y comía con las manos, cosa que jamás se había visto hacer en casa.
Pasaron los años y Moisés murió, así toda la familia lo supuso, porque no volvió ninguna Navidad más y esa bonita costumbre se dejó de hacer, hasta un año en que estábamos solas mi madre y yo para el día de Navidad y hablando en la cocina preparando la buena comida de Navidad, le comenté lo que cuando era pequeña se hacia y de reprende mamá me dijo: « ¿Nena, y si fuéramos a buscar a un pobre en la calle?», he de decir que la cara se me incendió de alegría, me puse la gabardina y salí a las Ramblas de mi ciudad en busca de un Moisés.
Lo encontré dormido en un banco, le expliqué porque quería que viniese conmigo y acepto.
Estando en la mesa y abriendo yo una botella de cava, mamá le preguntó: ¿Cómo se llama? En hombre se resistía a decir su nombre haciéndose el interesante, pero por fin dijo su nombre. «Me llamó Moisés como mi padre», del impacto derramé gran parte del cava fuera de la copa.
Mi pobre era el hijo de mi amigo Moisés, el invitado especial de cada Navidad.
Pero para terminar esta historia real, tiene algo más trascendente que haber hecho una caridad. Mamá me dijo: ¿Sabes Teti a quién hemos tenido invitado a nuestra mesa desde que tú eras pequeñita?
Pues sí, mamá, a Moisés. Mamá tomándome la cara, me hizo la señal de la cruz en la frente y me beso con suavidad como era propio de ella y mirándome a los ojos me dijo: A Jesús.
Creo que no hace falta que les diga nada más.
Reciban mi ternura
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P
Sor Cecilia: Muy entrañable su historia. Pero ya es casualidad que después de tantos años encontrara al hijo de Moisés. Es una cosa que es de lo mas improbable sin embargo sucedió. Y eso que fué ¿una casualidad? ¿el destino?. ¿Les contó algo de su padre?. O ha sido una parábola lo que nos ha querido contar, que al final da igual como se llame, cualquier pobre que sentemos a nuestra mesa o que ayudemos en la calle es Jesús. ¿Es eso lo que nos ha querido contar, no?.
ResponderEliminar¿Volvió más años Moisés hijo a su mesa?.
Un abrazo y ahora que está recien llegadita de los ejercicios espirituales y con toda la gracia de Dios en su alma, rece por todos nosotros. Un abrazo
Qué casualidad, padre e hijo. Es increíble.
ResponderEliminarUn beso, hermana Cecilia.
Qué tierna y bella historia, Sorcecilia. Gracias por compartirla, pero opino que no sólo deberíamos sentar un pobre en nuestra mesa el día de Navidad, sino que no debiéramos consentir que hubiese seres humanos, entre ellos muchos niños, que mueren de hambre cada día, mientras los del mundo privilegiado derrochamos de forma indecente.
ResponderEliminarTodos los día debieran ser Navidad y todos los días deberíamos compartir lo que tenemos con los que nada tienen.
Besos. María
Qué preciosa historia, sor Cecilia. Llevo varios días apartada casi de internet y da gusto volver con esta alegría y optimismo. ¡Ojalá en las familias ahora tuviéramos la generosidad para hacer algo semejante! Un abrazo y gracias por esta historia.
ResponderEliminarHola, Sor Cecilia:
ResponderEliminarEl verdadero espíritu de la navidad brota de nuestros corazones, las buenas obras son el reflejo de el amor que nos regala el Señor Jesús.
Un historia muy bonita la que nos cuentas, tradición que también mis padres cultivaron.
Felices fiestas navideñas.
Abrazos.
Hola Sor Cecilia.
ResponderEliminarMe has dejasdo impresionado con la historia.
Que casualidad!!!
Cuando haces una buena obra sientes una sensacion de felicidad que no se puede explicar.
Gracias por ser asi.
Un abrazo fuerte.
Ricard
Hermosa historia. Gracias por compartirla con nosotros y darnos sabiduría para crecer en la espiritualidad. Te mando un beso y espero que hayas tenido un gran fin de semana.
ResponderEliminarHola querida amiga!!!
ResponderEliminar¡¡qué historia hermosa e impactante!!
Para mí lo que ustedes hicieron fue ni más ni menos que seguir las pisadas de Cristo (eso significa el ser Cristiano) porque han hecho lo que hubiera hecho el propio Jesús, quien cuando estuvo aquí en la tierra, se lo acusaba de comer con gente altamente abusiva, como eran los recaudadores de impuestos (Mateo fue uno de ellos) o gente reconocida por llevar una mala vida, etc.
Él siempre tuvo consideración especial con el que estaba en desventaja, el enfermo, el desfavorecido, el pecador, el más débil, etc.
Me encantó este relato, me hizo recordar la manera de actuar de Jesús.
Gracias mi querida Sor Cecilia, un abrazo!!!
Como siempre me sorprenden gratamente tus historias. A mí también me gustaba imaginar que los domingos venía Jesus a comer a nuestra casa. Entrañable y profundo lo que cuentas. Muchos besos
ResponderEliminarEmotiva y entrañable historia de un tiempo que ya fué y que de vez en cuando nos asalta el pensamiento de un modo tan grato.
ResponderEliminarUn abrazo en la distancia
Una historia entrañable y preciosa. Me ha sorprendido gratamente.
ResponderEliminarMe vienen los recuerdos de infancia durante estos días, pero ese no es el tema que nos ocupa hoy.
Cada Navidad sentaré en mi mesa a Jesús, siempre estará con nosotros.
Eres tierne y sensible.
Un beso enorme
Un abrazo sor Cecilia, sigo bien, tratando de estar alegre, y a veces lo consigo. Me acuerdo mucho de usted y por supuesto de Dios.
ResponderEliminarHola Muy bonita la historia. Hoy yA NO SE HACE, ni siquiera se ayuda a los accidentados en la carretera, porque a veces son bandidos que hacen el timo para robarte, a un camionero se lo hicieron hace poco cerca de mi casa, aun por encima le pegaron.
ResponderEliminarBonita la historia, y si una persona hace feliz a otra se siente muy feliz, lo malo es que la vida son365 dias al año, Pero al menos ese dia Estuvo acompañado. Hay casos de mendigos que fueron Grandes Ejecutivos o Directores de Bancos. Yo tenia visto uno muy famoso, que iba en los autobuses, y me contaron, que fuera un Director del banco mas importante de la ciudad, pero su mujer se fue con otro y se volvio loco, y empezo a caer en picado, y acabo en la calle. Asi que no creamos que los mendigos no son nadie, a veces por un rebes, u por enfermedad mental, o drogas acabaron asi.
Yo lo que creo es que no debia existir el hambre, ni la pobreza en ninguna parte del mundo.Y eso es lo que deseo para el año proximo paz y que no haya hambre, en ningun sitio
Por cierto me pregunta en mi blog por mi mail, mi nuevo mail ya corregido, figura en mi perfil, solo tiene que cojerlo, solo le falta la arroba que por consejo de Mabel, omitieramos un dato, para fastidirar a las maquinas.
Saludos
hola sor cecilia,paso para decirle que en arcoiris hay un premio que queremos compartir con usted.
ResponderEliminarun fuerte abrazo y mas tarde vuelvo a leer la entrada de hoy,besitos!!!!!!
Qué hermosa historia, con razón eres monja.
ResponderEliminarGracias por pemitirme ser tu amiga.
Abrazos.
Hooolitas querida Sor Cecilia... que linda historia, gracias por compartirla... Nosotros compartimos también algo de lo que tenemos, en la emdida de nuestras posibilidades, y así como mi madre me enseñó y yo lo hago con mis hijas, trato de ver el rostro de Jesús en mis hermanos necesitados... no obsequiamos dinero, obsequiamos ropa, juguetes, comida... pero siempre con la idea de compartir nuestras bendiciones...
ResponderEliminarQue tengas lindo día
Daphne
Hola Sor Cecilia!! Que entrañable.......Que bien si vieramos siempre a Jesús en el projimo..... como cambiaria el mundo....mientras eso llega que bien si lo hacemos en navidad...Un abrao fraterno.
ResponderEliminarmi querida sor cecilia,siempre contandonos historia entrañables de su infancia,me gusto mucho esta historia tan real como la vida misma,deberia editar un libro con sus memorias porque son dignas de ser contadas y sobre todo de imitarlas,gracias por compartirlas.
ResponderEliminaresto me recuerda a un verciculo de la biblia que dice:
Porque yo tuve hambre y me diste de comer, estaba desnudo y me abrigaste, enfermo y me curaste, sin techo y me alojaste en tu casa. Por cuanto lo hiciste con cada uno de estos más débiles, lo hiciste conmigo, dijo Jesús.
un abrazo apretadito y no olvide pasar a retirar el premio que esta editado con la fecha de hoy,feliz semana!!!!!!!
Hermosa historía y HERMOSA madre.
ResponderEliminarEn estos tiempos pocos nos arriesgamos a traer a un pobre a casa...
Un abrazo fuerte desde mi librillo.
Que historia de principio a fin Sor Cecilia, eso pasa en la vida? gracias, mil gracias por compartir con nosotros tantas historias divinas.... un beso cariñoso desde aquí muakkkkkkkkkkkkkkkkkkk
ResponderEliminarUna historia realmente hermosa y que en la sociedad actual, no creo que se pudiera dar.
ResponderEliminarSon muchos los pobres, pero también mucha la intolerancia y poca la solidaridad y sensibilidad del ser humano actual. Menos mal que todavía quedan buenas almas como la tuya.
Un fuerte abrazo.
Me has recordado a lo que cuenta mi marido que se hacía en casa de sus abuelos y que era igual que se hacía en la tuya. Gracias por traerme esos recuerdos bonitos aunque yo no los viví.
ResponderEliminar"A tu lado mi oración y un abrazo
ResponderEliminarMarina
Hola Sor Cecilia
ResponderEliminarQue hermosa historia que nos comparte, que sabias palabras la de su mamá. Que cerca suyo ha estado Él siempre, y Ud ahora de Él.
Hagamos un acto solidario antes de Noche Buena, con la promesa que después de Noche Buena lo haremos todo el año, me apena saber que tendré cena y regalos y algunos ni tendrán comida.
Todo mi cariño para Ud.
Una historia que nos hace reflexionar! Gracias Sor Cecilia , por alentarnos en el camino con tus palabras y tu ejemplo! Cariños
ResponderEliminarHola amiga querida te deseo un excelente comienzo de semana.
ResponderEliminarPrecioso post nos compartes, no he podido evitar derramar mis lágrimas con la hermosa historia que nos compartes. En este mes tan hermoso te deseo mucho amor y paz muy dentro de tu corazón.
Besos…..
¡|i¹i|¡, ,¡|i¹i|¡, ,¡|i¹i|¡,
¹i|¡,¡|i¹ ¹i|¡,¡|i¹ ¹i|¡,¡|i¹
De Tu amiga
(¯`v´¯)
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♥Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ SOYPKS Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ♥
Impresionante historia la de Moisés y encontrarte después con el hijo,Pero lo que más me ha gustado es lo de invitar a un mendigo a la mesa.Bona nit.
ResponderEliminarPreciosa historia y elogiable hecho el sentar un pobre en la mesa el día de Navidad.
ResponderEliminarUn ejemplo a seguir , no solo en Navidad si no todo el año, para tener al lado durante todo el año a Jesus.
Hola amiga enternecedora historia la vida esta llena de Moises por todas partes hay personas que necesitan calor humano y es la Navidad unión de amor paz y hermandad.
ResponderEliminarAbrazos de MA.
Feliz Navidad.
una historia bonita y un ejemplo a suguir
ResponderEliminares una casualidad
de esas que tiene la vida
un abrazo
isabel
Sor. Cecilia interesante relato bienvenida de nuevo que haya mejoría de la hermana que esta ingresada.
ResponderEliminarUn Cordial Saludos desde Creatividad e imaginación fotos de José Ramón
"Donde comen dos, comen tres". Jesús siempre está reclamando su puesto en nuestra mesa y tu santa madre, sor Cecilia, sabía acunarle. Gracias por recordárnolo con tu entrañable vivencia. Saludos.
ResponderEliminarHermanita Ceci qué acertada la expresión de tu madre porque Jesús dijo que cualquier cosa que le hagamos a uno se sus pequeños a Él le habremos hecho.
ResponderEliminarPrecioso relato nos compartiste. Muchas gracias.
Un súper abrazo.
Sor Cecilia, he quedado anonadada, perpleja ¡¡Dios mío que belleza de ejemplo¡, Jesús está en el espíritu de Moisés seguro, yo lo creo eso sólo lo puede hacer posible Él.
ResponderEliminarUna maravilla visitarte.Me alegro de haberte encontrado.
Un abrazo de alegría
A mí me parece un gesto hermoso, lo de invitar a un pobre en Navidad, aunque la verdad es que preferiría que no hubiese pobres.
ResponderEliminarPor otra parte me parece que la historia es más que triste, pobre el padre y pobre el hijo... no veo nada hermoso en eso.
un beso
Precioso y emotivo, tuvo que ser impactante descubrir el parentesco y que los dos habían corrido la misma suerte.
ResponderEliminarBesos
nela
Que buena historia. Cuantas veces habremos pasado al lado de "Jesús" y por los apuros o por las cosas diarias no nos dimos cuenta. Gracias por esta historia.
ResponderEliminarQue entrañable y bella historia, el destino hizo sentarse a tu mesa al padre y al hijo impresiona solo el pensarlo. Ha sido preciso que la compartas con todos, nos adentra en este tiempo tan especial de navidad…que tendríamos que sentirlo durante todo el año.
ResponderEliminarBesos y todo mi cariño S.Cecilia
Hola, Cecilia:
ResponderEliminar¡El evangelio se respiraba en tu casa! Y esa esa una muestra más de que tu madre era testigo de Jesús.
DIOS-CON-NOSOTROS, -ENMANUEL-, SE OS HIZO PRESENTE EN CADA NAVIDAD.
Un gran abrazo y todo mi cariño desde Málaga.
Gracias por el ratito que hemos pasado esta tarde...
Mi querida Sor Cecilia,he leido esta historia real, y maravillosa que la vida dá a personas expeciales con alma limpia y llena de gozo,ojalá que se repita a lo largo de tu camino y disfrutemos de ello...me siento feliz de volver a lerte,esta noche mi sueño será placentero pensaré en que hay una Navidad en cada ser humano, que Dios te bendiga...y FELIZ NAVIDAD.. espero ponerme al dia en tu blog.
ResponderEliminarun abrazo con mi cariño.
Querida amiga
ResponderEliminarestas en mi corazón siempre.
Un abrazo gigante
Bella história...
ResponderEliminarPromesa para todos y todas...
Un abrazo.
buenos dias..."A tu lado " una oración
ResponderEliminarme voy a trabajar.
un abrazo
Marina
Gracias por tus comentarios en mi blog, y gracias por tu presencia, es reconfortante. Sigo escribendo aunque cuesta, a veces por falta de tiempo, a veces porque piensas que no vas a ningún lado, a veces por falta de motivación... pero siempre hay aquella lucecilla en el horizonte que te hace seguir...
ResponderEliminarUn beso
JJ
Muchas gracias por tu comentario en mi blog. El tuyo me llena de paz, tan necesaria en estos tiempos. Te encontré porque le dejaste comentario a mi amiga Ana del blog http:abuelasarvandapazyarmonia. Un beso y Dios te bendiga.
ResponderEliminarQué preciosa casualidad... me he quedado impresionado.
ResponderEliminar¡Un abrazo grande hermana!
uy! mi amiga que testimonio, esto es precisamente lo que deberíamos vivir en navidad,que nobleza de su mamá y que bello ver como le sembraba la semilla de Jesús en su corazón ,no sé si sería capaz de hacer lo mismo ,he ido a comedores a dar comida a gente en situación de calle y me he venido feliz, pero tal vez no sería capaz de abrir mi casa ,esto es un proceso . Pero si algo me dice que ninguna navidad moderna se iguala ni se vive como lo hacía en su familia ,bendiciones y cariños Pame.
ResponderEliminarhola Sor Cecilia,
ResponderEliminarnosotros también tenemos esta costumbre. ´
Mis padres estuvieron también de servicio en Polonia por unos anos, y esto se acostumbra en Navidad en las familias polacas. Lo que la tradición es tan hermosa, que decidieron continuarla. Es un momento muy emocionante cuando alguien llega a tu casa y ese plato es utilizado para cenar en compania de la familia.
un abrazo^^
Maravilloso.......Feliz Navidad, Sor Cecilia.
ResponderEliminar