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miércoles, 25 de noviembre de 2009

UN SILENCIO QUE DEJE HABLAR A MI SEÑOR


Permitidme que os explique mi reflexión y esperiencia que ha sido largamente meditada y muy

gustada, por lo cual desearía compartir con mis Hnas.dominicas, con toda nuestra muestra“Familia dominicana”.y también con mis las Hnas. de las distintas Ordenes de“Vida consagrada”., sin olvidarmede mis hermanos los laicos.


Es pues un gozo, una gran alegría dejarme llevar por ese misterio que es...”el haber encontrado el camino que me lleva a Cristo, no digo haber encontrado a Cristo plenamente, sino el camino que me lleva con certeza a encontrarme con Él, de conocerle y reconocerle de manera imperfecta pero se que certera.”
Permitidme pues que os explique con sencillez algo de mi experiencia sobre la misericordia de Dios, que se deja no solo conocer sino más aún...se deja “reconocer”en apariencias sensibles a nuestra psicología y en maneras disfrazadas de su presencia inefable.


Todo hombre es imagen de Dios, pero ¿cuantas veces no sabemos reconocerle cuando se nos presenta disfrazado de mendigo, de emigrante, de un terrorista, ladrón o simplemente...nuestra Hna. de comunidad?
Penetremos en el amor de nuestro Dios, en su corazón dador de VIDA.
Cuando pienso en mis años de adolescente, de cómo me había enamorado de algún joven y la manera que tenía de expresarle mis sentimientos, me doy cuenta del crecimiento espiritual que Dios me ha dado para saber mejor amarle. En mi juventud los enamorados nos decíamos”Oh eres el amor de mi vida”.ciertamente esa es una profunda expresión del sentimiento amoroso que se tiene, pero hoy que conozco OTRA manera de amar, hoy que se Quién me ama, mi expresión como jaculatoria es...” OH Dios, tú eres la VIDA de mi amor”.Es el sentimiento amoroso de un corazón dilatado por su amor que se ha hecho el Centro de mi vida, es Jesús y no mi amor lo que es sustancial y Él alimenta mi pobre amor para ser Vida y luz para mis Hnas, amigos, familiares.
Yo se que mi Dios no es un Dios mudo, su última Palabra nos la hace continuamente escuchar con su Hijo y por medio de su Espíritu me habla o me puede hablar en cualquier momento de diversas formas y circunstancias, acontece a través de las Sagda.Escritura, por medio de personas o en la oración-meditación y lo hace de forma muy personal, hecha solo para escucharla yo y para mi psicología.


Hoy tenemos los procesos de información cuidadosamente personalizados, u otros sistemas sociales, como la atención integral en todos los campos de las ciencias y humanidades, de tal forma que todo queda coaligado a unas estructuras personalizantes, que nos pueden ayudar para una mejor relación interpersonal o podemos correr el riesgo que nos aíslen del prójimo si no tenemos prudencia en su uso.


El mundo mediático nos invade, no solo en la sociedad también en la vida de los religiosa, nos invulcramos en el sistema de la personalización; hoy todo está personalizado, tal como la atención a los clientes de una empresa o en los mismos hospitales, quizás con más exigencias por tratarse de la salud, en fin...todo está personalizado e informatizado, incluso los teléfonos móviles.
Pues bien, nuestro Dios también realiza constantemente una atención personalizada para cada una de nosotras, a cada persona con ese esmero propio de la misericordia desde “toda la eternidad”.Pero nuestro Dios es esa ternura que sabe esperar a que nosotros le prestemos atención en exclusividad también personalizada, por eso antes de escuchar, necesito«SILENCIO»

La oración del Silencio me prepara para acoger más ardientemente su Palabra y me permite, como un eco, continuar escuchando los miles y miles de matices de su Palabra. Esa experiencia de escuchar hace que resuenen en mi interior durante todo el día o gran parte de él su mensaje salvífico. Se que muchas veces mi mente no alcanza comprender tanta hondura, pero también se, que queda grabada en el alma.
¿Y si mi silencio no escucha su palabra qué hago, qué pasa? Creo que entonces podré ofrecerle la oración del sirviente que vela, que no se cansa de esperar, ni se adormece su anhelo tras las horas y horas de vela, aunque muchas veces sus parpados quieren desvanecerse en un sueño dulce y profundo donde solo está su Dios. El cansancio físico no impide permanecer enamorada de Dios, por eso todos podemos hacernos como el centinela de Isaías (62,8-7).”Vosotros, los que hacéis que Yahvé se acuerde, no guardéis silencio, no le dejéis descansar....”yo añado...”hasta que escuches mi suplica”.Este pasaje de Isaías, me recuerda la oración incesante de Ntro.P.Domingo, oración de fuego, oración del espíritu, por la salvación de los pecadores, por toda la humanidad, su ejemplo es para nuestra vida dominicana la impronta de nuestro carisma orante.


Pero en ocasiones ese centinela, que soy yo, teniendo ese mismo anhelo, se adormece para penetrar más en la Soledad, más en ese silencio de Dios, porque al fin y al cabo quien pretenda escuchar la Palabra de Jesús, puede también escuchar su Silencio para reconocerle y amarle más a pesar de que nuestro débil cuerpo desfallezca por el cansancio físico del desgaste propio de la jornada de trabajo.
Pero la mejor ejemplo que tenemos”del centinela en vela y escucha”, la hallamos en la Virgen Maria. Ella escuchó el anuncio del ángel Gabriel con humildad, por eso su misión pudo ser fecunda.Sí, escuchó con humildad y con sorpresa y es que nuestro Dios siempre sabe darnos la noticia mas sorprendente con efectos serenos, aunque no se comprenda lo que está aconteciendo.
No obstante ante tal situación ¿Quién se atrevería a decirle un “NO” a tan sublime amante? Pero vamos a atrevernos a entrar un poco más en el aspecto preliminar de la contemplación.


Podríamos formularnos varias cuestiones para ir desarrollando el camino de la contemplación. Podríamos preguntarnos... ¿Cómo contemplo? Esta situación la enumeraremos en tres estadíos:
1º.- El silencio para vaciarnos de nosotros y de todo lo que nos aísle de lo que buscamos. Es decir, quedarse en pleno desierto, no para encontrarnos con Dios, sino más bien para descubrir todo aquello que hay en nuestra vida que “No es Dios”, para poderle después hallarle y llenarnos de Él.
2º.-Humildad. Esta debe ser la actitud de todo orante, permanecer sencillamente agradecidos tanto si Dios nos da a conocer algo de sí, como si nos lo quita. No querer nunca llevar la iniciativa no dejándole espacio para que el Señor lleve el timón de la interrelación.
3º.-Velar con el anhelo encendido de reconocerle en todos los acontecimientos de la vida y saberle amar mejor cada día a través de la caridad con mis hermanas/os ya que este es sin duda el mejor termómetro para conocer realmente si sabemos amar como Él nos amo.”.Hasta el extremo”.
¿Y qué es lo que contemplamos?, ¿Qué es lo qué contemplo yo? Mirad...,yo diría que entre los enamorados, no hay uno que mire y el otro no le ve que le está mirando. El amor es recíproco, en la contemplación de la hermosura de Dios, en sus inefables misterios de amor, no solo el hombre es por gracia el que contempla a Dios y a su creación, sino que primero es Dios quien contempla al hombre, a su amada criatura y se siente feliz de hallarle esperando, aguardando con humildad ese inefable encuentro.


La actitud de la espera, hace que el encuentro sea una contemplación del “UNO con el otro”, podemos bien recordar la experiencia del cura de Ars, con aquel sencillo campesino orando delante del sagrario cuando al ser preguntado qué hacía allí, simplemente contestó” me mira y yo le miro”.
Pero no es fácil quedarse sola a solas con el Señor, pero hay que disponerse a ello con una determinada determinación. Esta determinación, nos hará ejercitarnos en la autodisciplina orientada hacia la meta del amor, no hay que proponerse objetivos que no sean realmente deseados con intensidad, la intensidad de lo deseado, hará que la voluntad quede fijada para ese objetivo. ¡Y cuán maravilloso será, si nuestro objetivo es amar a Dios!


Pero también hay que hablar de la presencia de Dios en la ausencia. No es siempre fácil la oración del Silencio contemplativo, con frecuencia se nos presenta la dureza de la fe desnuda, que nos hace realmente penetrar más en el corazón de Dios. No tenemos que pretender la emoción de un gusto sensible, ya que podríamos abocarnos a buscarnos a nosotros mismos, no obstante si sabemos encauzar esa sensibilidad para intentar amarle, no sería justo despreciarla como cosa imperfecta, mejor que sea bien aprovechado. Debemos desarrollar el aprendizaje de saber “reciclar”, lo que creemos que ya no nos sirve, al fin y al cabo se puede aplicar...” todo es gracia”.
Procedamos con nuestra exposición de ese camino hacia la contemplación de Dios. Ir a Dios, significa avanzar desnuda para realizar la donación personal de todo nuestro ser, para amar a Dios desnudo nos es necesario sabernos amados y caminar si es preciso a aprender a andar como los niños, levantándose cada vez de la caída y intentar ser mejores de lo que somos con nuestro prójimo que es lo más cercano a nosotros y es la imagen del Dios mismo. Tal vez nos hallemos en “la noche oscura del alma”, pero es posible que no seamos conscientes de esa gracia que Dios nos da para realizar esa donación de amor. Sí ciertamente no hay conciencia de ello pero está” aunque es de noche”. Y si por gracia del señor llegáramos, con fe profunda a vivir intensamente su presencia-saber que nos miramos-, creo que la mejor actitud sería poderle ofrecer un “silencio de admiración, un silencio de adoración, que adora, no desde fuera sino desde dentro, en el interior del alma.


La Beata Sor Isabel de la Trinidad c.d., nos decía:” Todo mi ejercicio es entrar adentro y sumergirme en los que estan allí.”
Pero la amistad que el Señor nos da a gustar, y cuando digo amistad me refiero a gozar de la contemplación, no se nos da porque somos buenos o pensemos que somos más bien santos o casi santos, si el Señor nos da a gustar del”Septimo cielo” como a San Pablo, no es precisamente por nuestra santidad, sino más bien por nuestra terquedad en no cambiar de nuestras malas actitudes y le es menester zarandearnos para que le repongamos a su gracia y no perdamos la oportunidad de gozar de ser en plenitud sus hijos en el Hijo..
Por ello, nuestro crecimiento y madurez espiritual, nos ayudaran a concienciarnos de nosotros mismos de cómo somos, y a enfrentarnos a descubrir cómo es nuestra personalidad, conocer nuestras verdades y sobre todo nuestras mentiras,. Este estudio exhaustivo a largo plazo sin precipitaciones siendo muy responsables de nuestra vida espiritual, nos hará hacernos un chequeo del estado de nuestra interioridad y nos ayudará a descubrir más lo que no queremos que lo que queremos, aunque si bien es cierto sabemos que deseamos amar a Dios, no es suficiente si a nuestro deseo no lo hemos limpiado de todo cuanto nos impida ver con claridad la verdad de nuestra situación concreta y personal.


En nuestro caminar hacia Dios siempre nos encontramos con buenos samaritanos que nos ayudan a discernir para tomar decisiones, desde nuestro director espiritual, pasando por nuestros superiores, hermanas de nuestra comunidad, nuestros Hnos. los frailes y también con las herramientas propias de una cristiana, hija de la iglesia y además con la gran riqueza de poseer las herramientas más importantes y peculiares de nuestra Orden como son: la oración, el estudio de la Palabra de Dios, la penitencia, vida común, todo ello para ser fecundas en la predicación del Evangelio en medio de la vida comunitaria día a día y sobre todo bajo la protección de nuestra Madre la Virgen Maria que como la gran oyente de la Palabra, nos enseña a amar nuestras leyes, nuestras Constituciones de las Monjas de la Orden de Predicadores para darnos VIDA.
Y si vivimos escondidas en el claustro convencidas de nuestra fecunda misión, no nos ha de faltar la sencillez del recitado meditativo del santo Rosario, para que con ese espíritu de amor salvífico, la humanidad sufriente se acerque a nuestro Díos dispuestos a escucharle, como escuchó la Virgen Maria.
Ahora estamos terminando litúrgicamente el tiempo ordinario, pues bien, os formulo otra dimensión de nuestra vivencia personal. ¿Por qué no prepararse mejor en el arte de saber amar en el tiempo ordinario para saborearlo mejor en los “Tiempos fuertes” que la iglesia como Madre nos propone”?


Seguir a Cristo Resucitado, es un largo camino hacia nuestro destino de amor, (ello no implica que yo excluya al Cristo crucificado), nos explicamos: El Señor Jesús murió por nosotros, murió por mí y en nuestra relación amorosa, Él nunca me recuerda cómo me salvo. Le amo, le amo por haberme descubierto, por nuestra manera de relación, por su manera de ser Dios. Vamos a poner un sencillo ejemplo.
Imaginemos un matrimonio que estan enamorados como el primer día que se conocieron, ocurrió que ella fue arrastrada mar adentro por una fuerte marea. Un muchacho se lanzó a rescatarla con peligro de perder su propia vida él la sacó del agua y le practicó los primeros auxilios devolviéndole la vida. Pues bien...ambos se enamoraron allí, la muchacha no se enamoró de su salvador por el hecho de qué le salvara la vida sino que esta situación fue en sí circunstancial, “se enamoraron porque se conocieron” y en ese conocer descubrieron que se reconocían mutuamente como parte integral del uno al otro. El hecho de reconocerse”requiere un gran conocimiento de lo “desconocido”, así pues solo podremos entrar en la Vida de nuestro Dios desde el desconocimiento atrayente de lo “Trascendente”.
Con esta pequeña historia, pretendemos establecer un paralelismo de cómo y u otras personas se han enamorado de Jesús, no es que no tengamos en cuenta que el Señor nos ha salvado-me ha salvado a mí-que haya muerto por mí causa y lo más importante, que ha resucitado por mí, lo tengo muy presente, pero no constituye el fundamento de mi fe. El fundamento, es la experiencia de Dios vivido y el hecho que le he conocido aunque sea a medias luces y a pedacitos.


Los enamorados que acabamos de describir, no se recuerdan mutuamente los favores que se han hecho en el pasado, sino que viven la experiencia de quererse, se acuerdan de lo que ocurrió aquel día en la playa, pero no suelen hablar de ello, salvo para comentar de una manera gozosa la forma en que se conocieron.
Ahora, desearía dirigirme a nuestros jóvenes, a los matrimonios, a los seglares de nuestra familia dominicana a todos los cristianos y consagrados de todas las Órdenes e Instituciones de la Vida Religiosa.:
Dejad hablar a nuestro Dios y hablad con Él. Buscad el silencio y la soledad en la medida que os sea posible para encontraros con el Señor., que la soledad no os aísle de la humanidad sufriente, al contrario, que viváis la presencia de nuestro Dios de tal forma que todos puedan decir”realmente estos son los discípulos de Cristo.
Hacedlo siempre, con vuestra prometida, con vuestros compañeros de trabajo o estudio, en el colegio, en la universidad, con vuestras esposas/os, padres e hijos, hermanos/nas, y muy especialmente en la Vida Religiosa.
“Anunciad el Evangelio, como la gran novedad del siglo”que cada uno en su estado comunique luz y paz para un mundo que prácticamente se contempla a sí mismo.

PERMITID UN SILENCIO QUE DEJE HABLAR A MI SEÑOR


Vuestra Hna.en Cristo Sor Cecilia Codina Masachs O.P

Real Monasterio de Santa catalina de Siena (Paterna) Valencia
Publicado en la Revista «TEOLOGÍA ESPIRITUAL»año 2008-vol52-n 154

1 comentario:

  1. Gracias por guiarnos a los más pequeños por el camino de la oración y la contemplación querida Hermana.
    Es real. Solo en el silencio comenzamos a sentir la clara voz de Jesús que nos habla amorosamente y nos consuela.
    Es verdad que a veces el silencio se hace largo… y en ese silencio mi alma se deshace por una gota de su amor. Mis ruegos brotan fecundos y le confieso a mi Dios todos mis grandes males.
    En presencia de Jesús Sacramentado, no hay corazón que se resista al Amor.

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