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jueves, 28 de enero de 2010

EL VALOR DE UNA MISA




Hace muchos años, en la ciudad de Luxemburgo, un capitán forestal se entretenía en una animada conversación con un carnicero cuando una señora ya mayor entró a la carnicería. Ella le explicó al carnicero que necesitaba un pedazo de carne, pero que no tenía dinero para pagarlo.
Mientras tanto el capitán encontró la conversación entre los dos muy entretenida. «Un pedazo de carne, pero ¿Cuánto va a pagar por eso?»
La señora le respondió: «Perdóneme no tengo nada de dinero, pero iré a Misa por usted y rezaré por sus intenciones»

El carnicero y el capitán eran muy buenos hombres, pero indiferentes a la religión, y empezaron a burlar de la respuesta de la mujer.
«Está bien-dijo el carnicero-, entonces usted va a ir a Misa por mí y cuando regrese le daré tanta carne como pese la Misa».
La mujer se fue a la Misa y regresó. Cuando el carnicero la vio de vuelta, cogió un pedazo de papel y anotó la frase«ella fue a Misa por ti», y lo puso en uno en uno de los platos de la balanza, y en el otro plato colocó un pequeño hueso. Nada sucedió e inmediatamente cambió el hueso por un pedazo de carne. El pedazo de papel pesó más.

Los dos hombres comenzaron a avergonzarse de lo sucedido, pero continuaron. Colocaron un gran pedazo de carne en uno de los platos de la balanza, pero el papel siguió pesando más.
Entre tanto en desesperación, el carnicero revisó la balanza, pero todo estaba perfecto estado. « ¿Qué es lo que quiere, buena mujer, es necesario que le dé una pierna entera de cerdo?», preguntó. Mientras hablaba colocó una pierna entera de carne de cerdo en la balanza pero el papel seguía pesando más. Luego un pedazo más grande fue puesto en el plato., pero el papel siguió pesando más. Fue tal la impresión que se llevó el carnicero, que se convirtió en ese mismo instante y le prometió a la mujer que todos los días le daría carne sin costo alguno.
El capitán dejó la carnicería completamente trasformado y se convirtió en un fiel asistente de las Misas todos los días. Dos de sus hijos se convertirían más tarde en sacerdotes, uno de ellos jesuita y el otro del Sagrado Corazón: El capitán los educó de acuerdo a su propia experiencia de fe. Luego advirtió a sus dos hijos que «Deberían celebrar Misa todos los días correctamente y que nunca deberán dejar el sacrificio de la Misa por algo personal»
El Padre Estanislao, quien me contó todos los hechos, acabó diciéndome:«Yo soy el sacerdote del Sagrado Corazón, y el capitán era mi padre»


( DE LA REVISTA"Sol de Fátima", núm.214

2 comentarios:

  1. Algunos teólogos afirman que Dios se toma tan en serio al hombre que NO PUEDE interferir en su voluntad
    Por supuesto que Su Voluntad no pretende tal cosa
    Tan solo llevarnos hasta su Amor. Y en eso, es todo un Maestro (En otros contextos, dícese Todopoderoso)
    Y, puesto que me "reta" a serlo -perfecto, como el Padre-, en Él, un todopoderoso abrazo, mis amigos.

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  2. Gracias por compartir este milagro.
    Asistir a la celebración de la misa, para mí es como sumergirse en el mar de la misericordia de Dios.
    El nos llena de su amor, nos sana, nos consuela, nos fortalece, nos guía.
    Cuando Dios toca nuestro ser con sus signos, todo se transforma y renace.
    Somos hombres y mujeres nuevos, capaces de las acciones más valiosas, porque El nos inspira y lleva de la mano, dándonos un felicidad inexplicable.
    Su hermana en Cristo Jesús

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