DOMINGO I CUARESMA
El deuteronomio 26,4-10, nos relata la historia de la salvación partiendo desde cuando el pueblo de Israel se había convertido en un pueblo numeroso y era potencialmente un peligro para Egipto,que lo tenía bajo su dominio explotador, hasta que llevados por la mano fuerte del Señor los sacó de la exclavitud, aunque esa libertad les costara 40 años de andadura por el desierto hasta alcanzar la tierra prometida.
Para nosotros que seguimos siendo ese pueblo que camina por el desierto,ya no es ese desierto de nuestros antepasados ya que estamos salvados por Jesucristo, no obstante...el desierto espiritual es necesario para el encuentro amoroso con Dios, y nuestras primicias ya no son la leche y miel del pueblo de Israel, hoy la primicia que el hombre ofrece a Dios ,es él mismo, una criatura nueva gracias a la conversión de todo su ser.
El salmo responsorial, alude a todo aquel que confia en el Señor, se siente, protegido ante la desgracia y ante todo nos hace notar la amistad que mantiene con el Señor justo en la frase«Lo protejeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé»
La carta de San Pablo a los Romanos, nos asgura que:« Todo aquel que cofiesa que Jesús es el Señor y que Dios lo resucitó de entre los muertos, este se salvará»
Ciertamente que esto es una confesión de fe, y ya no tan solo lo protejerá como nos dice el el salmo, ahora además «Todo el que invoque el nombre del Señor. se salvará»
No sólo nadie que cree en el Señor se sentirá defraudado, pero hay que creer y que esa creencia tenga como consecuencia obras de misericordia, de lo contrario seremos unos defraudadores de «La gracia».
EL Evangelio de Lucas 4,1-13
Ya es muy conocido el texto de las tentaciones de Jesús,no obstante solo me detendré en un hecho que hace que admire aún más si cabe a Aquel a quien amo.
Me refiero a la tentación que el Diablo le hace ¿Qué tentación podía haber tenído?...pues la de ser hombre «Si eres el hijo de Dios, tírate de aquí abajo»
Claro está que semejante proposición Jesús nunca la podría aceptar, porque un hombre no lo puede hacer .Jesús no quiso hacer la exibición y usar un poder que no tuviese como consecuencia el amor, por eso Jesús quiso ser hombre hasta el final, es decir «HASTA LA CRUZ»
¿Porqué no nos preguntamos cómo vencer nuestras tentaciones?
Ante todo hay que conocerse así mismo, ese es el principio y el más importante, a Jesús le sirvió para salvarnos a nosotros y no defraudar a su Padre en la misión que le había encomendado.
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P
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