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miércoles, 20 de enero de 2010

QUIERO SER LA ESPOSA DE CRISTO.-LA OBEDIENCIA



Les sigo ofreciendo fragmentado el articulo publicado en Teología Espiritual para que ustedes puedan facilmente leerlo.Espero que les guste.


En la carta de abril del año 1994 el Maestro de la Orden de Predicadores Fray Timothy Raecliffe, «Entregados a la Misión» de la cual comentaremos algunas citas a modo de confrontación en lo que expone en su carta; nos decía«Que los votos están en oposición fundamental con muchos valores de la sociedad, particularmente del consumismo, que rápidamente se ha convertido en la cultura predominante de nuestro planeta. E insiste que el voto de obediencia contradice la idea de un ser humano cerrado en la autonomía y en el individualismo; ser pobre es signo de fracaso y de minusvalía en nuestra cultura; la castidad aparece como un rechazo absurdo del derecho humano a la sexualidad.»
Ya han llovido algunos años desde que se escribió esa carta, y el ser humano va avanzando cada día más, a una libertad esclavizante, se pretende que las jóvenes de 16 años puedan abortar sin permiso de sus padres y en cambio tienen prohibido que se les venda alcohol. ¿Quién entiende semejante aberración? Por eso, hoy más que nunca los votos religiosos son un auténtico desafío ante una sociedad de valores fluctuantes. Hoy percibimos un alto estrato de infidelidad, incomunicación e inmadurez psicológica en nuestra cultura que a demás está escasamente formada culturalmente, y a penas sabe expresarse por la escasez de palabras que emplea para comunicarse con los demás.
Vemos como la expresión de la fe en las familias va desapareciendo, pero además de perderse la fe teologal también paralelamente se va perdiendo la fe en el propio hombre, intrínsico y extrínseco y nos aparece el fenómeno de la incomunicación interpersonal, con manifestaciones egoístas que ahogan la caridad ante el propio hombre y el entorno que lo rodea. Nunca el ser humano ha estado tan bien comunicado como lo estamos hoy día, con toda una técnica sofisticada al servicio del hombre muchas veces mal usada y al mismo tiempo, vemos «la imagen, la palabra y el tiempo»,que es la clave para ganar poder, fama y riqueza a expensas de sus otros esclavos, su prójimo.
Pero también es cierto que el hombre nunca ha tenido tanta soledad en medio de tantas palabras como en estos tiempos que nos tocan vivir. Hoy el poder mediático tiene cada vez más influencia y habilidad, para hacer del hombre «Un solitario muy informado», sin darnos casi cuenta, vamos creando una sociedad cada vez con más tendencia a la soledad, al egoísmo, y al mismo hastío de su propia vida.

De toda esta situación, percibimos que una buena parte de nuestros jóvenes, y no tan jóvenes, presentan una cierta inmadurez para asumir su rol como personas y asentar determinadas responsabilidades y actitudes, sobretodo a la hora de compartir y vivir con otras personas ¿Por qué?...Podríamos decir que su esperanza quedó truncada, al no hallar la forma de realizarse, ya en el mundo laboral (y en nuestros días con la gran crisis económica, más se agrava esta situación) como poderse realizar como personas integradas en la sociedad algo más conservadora, como algunos quieren denominarla, cuando en realidad no se trata de conservar sino de salvar la moral familiar y social que se ve amenazada por todos lados, por nuevas formas de entender la familia y la vida social. Estos jóvenes, no todos por supuesto; han perdido la capacidad realizar «Aquellos ideales» y que tan sólo una generación anterior tenían, los que hoy tenemos entre 50 y 60 años. Claro que la situación no es la misma, pero tampoco fue fácil vivir nuestra generación, pero en la vida o luchas o mueres y nuestros jóvenes, no les hemos enseñado a luchar sino que más bien ya se lo hemos dado hecho todo desde la infancia, por lo tanto no tenemos que extrañarnos que no tengan apenas ideales, ilusiones y que si algunos los tienen lo aletarguen inconscientemente, incluso pequeños proyectos. Luchar por un ideal, es en nuestro mundo toda una gran proeza, pues es andar muchas veces contracorriente.

De toda esta situación nacen hoy nuestras vocaciones religiosas y hay que hacer constar que a pesar de su juventud, no gozan todos de salud física o mental, requisito que en los monasterios siempre ha sido primordial, aunque hay que decir que no es tan importante que no se tenga un 100% de salud física, cuando la primordial es la mental, ya que los desequilibrios psicológicos deterioran las relaciones comunitarias en la fraternidad y realmente son un problema de por vida, sin haber tenido en cuenta si realmente tenían vocación religiosa las que no tenían tanta salud física. Y, dicho esto; son esos jóvenes y menos jóvenes, pocos por cierto, que se acercan a nuestros monasterios porque han oído la llamada del Señor y piden intentar ser sus discípulos en el amor.

Cuando abrazamos los votos, es casi seguro que encontramos algún momento de nuestra vida serias dificultades para perseverar. (Conf. Carta MO. De Predicadores.1994, Fray Timothy, Entregados a la misión).
Naturalmente que esto nos puede ocurrir y de hecho ocurre, pero si vivimos los votos ordenados a la caridad, todo se nos hará poco, si miramos al Crucificado.
¿Pero cual es nuestra realidad? Las jóvenes ingresan en los monasterios para ser un día una monja, pero la mayoría de las veces hay que empezar por formarlas, primero como personas para progresivamente introducirlas en la formación religiosa. Este proceso es largo e incluso duro ya que muchas veces no se llega a comprender el alcance de la vocación a que ha sido llamada por la falta de madurez psicológica y espiritual. Los primeros síntomas de la inmadurez, se producen manifestándose con pequeños o acusados comportamientos de inadaptación a la vida comunitaria, que se traducen en una queja y en ocasiones con una cierta rebelión por las reglas de la institución. Y Jesús sigue diciendo….Ven y sígueme (Mat. 19,16-21).

Muchas religiosas están muy orgullosas de su perseverancia en la vida religiosa, en su monasterio, ya han cumplido sus 25 o 50 años de profesión religiosa y siguen allí y hemos de dar gracias a Dios por las que han perseverado en la lucha por seguir a Cristo. Ello no significa ni mucho menos que absolutamente todas hayan sido fieles a sus votos, que hayan perseverado, esmerado y aventajado en el seguimiento del Señor Jesús, sino que simplemente, algunas de ellas, no se atrevieron en su día a dejar al monasterio porque no sabían qué hacer en la vida del mundo pues ya todos sus enseres y dinero lo habían dado. ¿Dónde ir?, así me lo manifestaba un día una monja, en que se lamentaba de no haber tenido la valentía de irse del monasterio, pues ni ella ha sido feliz quedándose ni ha sabido hacer felices a sus hermanas, porque vive amargada en su propia soledad. Perseverar, Hnas. No es quedarse en el monasterio tantos o cuantos años, sino ser testigo de Cristo resucitado cada día con más ardor si se puede.
La vida consagrada ciertamente no es fácil, porque en el monasterio puede crearse un pequeño mundo con los mismos o simulares contrasentidos que en el mundo exterior, todo depende de la veracidad de nuestra vida como esposas de Cristo, a pesar de hallar contrasentidos muy duros de tolerar.
Pero también tenemos la parte positiva que debemos de agradecer a Dios por habernos escogido para amarle, que nos ha creado y hecho nacer para solo amar y que todos los días luchamos por perseverar en su amor ya que no tenemos ningún mérito para haber sido llamadas a ser felices y hacer felices a nuestras Hnas de comunidad compartiendo todo lo que tenemos y somos. Esa felicidad proviene de un acto interior de amor, por eso el alma verdaderamente enamorada de Dios, no solo se atreve a prometer, sino que sigue a Jesús aunque se hunda el mundo a sus pies.
Pero la vida religiosa también sufre los efectos de la inculturación procedente de nuestra sociedad fluctuante; y tal como se manifiesta la realidad, llegan de todas las Órdenes, e Instituciones, unas más que otras, continuas solicitudes de dispensas de votos. El mundo es muy atrayente cuando realmente no nos ha penetrado el Evangelio en nuestra vida ni nos hemos enamorado de Cristo. Cuando decimos «Hasta la muerte», debería ser para el religioso, el estímulo más febril de nuestra vida, de morir por Cristo, para vivir intercediendo en nuestra oración por toda la humanidad sufriente; si no tenemos este ardiente celo, nuestras palabras suenan huecas y no se mantienen vivas y pronunciar«Hasta la muerte»realmente fue una equivocación, ya que la vida día a día nos demuestra que fue una muerte tan solo aparente, pronunciada un día de muchos preparativos y pocas reflexiones de lo importante de nuestra decisión.
La muerte no es un fin, sino el camino para alcanzar el Sumo Bien y esta muerte debe de realizarse cada instante, cada minuto, cada día de nuestra vida y siempre vivirlo intensamente en el presente.
Por esto cuentan aún las palabras en nuestra sociedad, aunque quizás cada día menos que en tiempos pasados, en que con un apretón de manos se sellaba un acuerdo poco o muy importante. Tener «Palabra» era algo primordial en una familia, por esa «Palabra», las personas que formaban las familias se esmeraban en cumplir lo prometido porque de lo contrario sería un deshonor para el nombre de la familia. Hoy, ese valor de dar palabra y cumplirla, es muy loable de encontrarla, ya que escasea por el tipo de educación que se ha recibido en los últimos años en nuestra sociedad. Pero lo importante, no es lo que la sociedad haga, sino «Lo que yo haga para que mis palabras sean hechas vida y sean capaces de cambiarme algo en algo que me haga más digna de seguir a Cristo».

Cumplir las palabras es la tarea más hermosa que podemos hacer cada día; ya sabemos que las palabras por sí solas no son suficientes, sino van unidas a las virtudes, pero realmente, es una belleza que Dios se puede recrear cuando le decimos cada día «Sí, te amo, Señor dame todo lo que me hace falta para cumplirla»y podemos añadir: «Que para creer, debemos mostrar que poseemos una recta intención y un gran abandono a las mociones del Espíritu Santo, dejando que sea el Espíritu quien obre en nosotros la verdadera caridad»
«Yo me atreví a pronunciar mis votos» ¿por qué? Atreverse, es estar dispuesta a morir por Cristo, ser testigo, es decir ser mártir sin necesidad de derramar mi sangre, ya lo hizo el Señor Jesús por mí, es pues dejarse morir cada día un poco a sí misma en todo aquello que no es de Dios para que Jesús sea conocido y amado por todos. Y ese atrevimiento se puso en nuestros labios, porque el Espíritu Santo, nos abrió el corazón para expresar más aún, nuestra actitud profunda de ser la Esposa de Cristo. « La actitud a la que nos referimos es un acto y estado permanente de escucha en la fe, y vive la experiencia de Dios que se ama y que ama»
En el Evangelio, el Señor no cesa de decirnos que no tengamos miedo, (Mat. 8,23-27), sí, miedo al sufrimiento, hay miedo a la cruz y tanto o más miedo se tiene a la cruz, cuanto más egoísmo y soberbia tenemos. Este miedo al sufrimiento no es otra cosa que la traducción de una obra inacabada, la o el religioso que no completó a su debido tiempo su proceso de maduración integral y hoy tiende a deprimirse casi por cualquier cosa de relativa importancia. Siempre tendremos miedo a la cruz, sino aprendemos antes a saber amar para saber sufrir con paciencia lo que la vida nos depare como cualquier ser humano, no somos distintos de los demás mortales. « No olvidemos que hemos sido creadas y nacidas para saber amar»


2 comentarios:

  1. en nuestro tiempo es muy dificil discernir con seguridad la vocacion a la que Dios nos tiene destinados es por eso que muchas veces renunciamos a aquello que nos hemos comprometido, tambien la inmadurez y la falta de compromiso, pero que hacer cuando se ha estado en un monasterio muy joven y te haz retirado y empiezas a estudiar y comienzas a pensar que todo lo del mundo te atrae pero mucho mas que eso sigues sintiendo ese llamado en el interior y te quema por dentro de tu corazon,Ser´a que el llamado es tan grande que puede trascender el haber abandonado la vida monastica. solo le pido a Dios que nos ilumine para que por segunda vez no deje de oir la voz de quien me llama a vivir mas intensamente mi vocacion

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  2. Te tendre presente en mis oraciones, que facil seria abandonarse en los brazos de Dios, y sin embargo que dificil se nos hace....y que desasosiego si aun escuchandole no le das tu "Si",si no le sigues...
    Un abrazo fraterno

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