Seguidores

martes, 12 de enero de 2010

QUIERO SER LA ESPOSA DE CRISTO


Este artículo es muy extenso y denso, los iré fragmentando para mejor lectura de todos ustedes

Gracias


INTRODUCCIÓN


Vivir los votos y hacerlos vivir, es la cuestión más importante que deseamos tratar.
En este artículo, aunque sean un poco denso; os quiero proponer a todas las religiosas y consagradas a Dios por los votos; es que seamos cada día más fieles a aquello que un día prometimos y parece que conviene volver a recordar para aumentar nuestro fervor en el caso que lo hayamos perdido, y si no es así, aumentar más si cabe nuestro amor.
Es responsabilidad comunitaria vivirlos y saberlos transmitir con alegría unas a otras. « Es un herencia que no podemos perder o desvalorizar pues nos fueron dados gratuitamente por la misma Sangre de Cristo». Se ha de mantener viva la ilusión, los proyectos comunitarios que tiendan a la santidad y actualizan una formación integradora y dinámica, tanto para las comunidades que no tienen vocaciones como aquellas que carezcan de ellas. Todas las comunidades tenemos que colaborar en la organización de esta, y todas hemos de responder a sus exigencias dentro de cada Orden o Institución, a fin de garantizar una formación integrada e integradora.
Ser esposa y esposa de Cristo es un alto honor para cada carisma, que nos hace vivir en comunidad, compartiendo lo que somos, y lo que tenemos en comunión fraterna.
Ninguna Orden o Institución se basa en la individualidad, (aún aquellas que permanecen en sus celdas sin comunicación varios días, pero que mantienen periódicamente un recreo comunitario) ni en pretender tener una libertad que podamos prescindir e incluso negar que necesitamos a los demás, al contrarío, nuestra libertad la hallaremos dándonos a cada una de nuestras hermanas, una a una y por entero.
El Amor Trinitario, es un darse continuamente, y si deseamos asemejarnos a ese amor, sólo lo podremos gozar, si nuestro deseo no está en nosotras, sino en el bien de nuestras hermanas, en el «Sumo bien» para toda la humanidad.
Con frecuencia hemos oído en tiempos pasados «Que las novicias éramos el futuro de nuestras comunidades», más yo veo otro aspecto cuya dimensión no es tangible, pues no se trata de un futuro de religiosas jóvenes propiamente dicho. El futuro de nuestras comunidades y me atrevo a afirmar de toda la Vida Consagrada, no se halla en un buen número de jóvenes religiosas, sino que nuestras comunidades, nuestros superiores al frente de ellas, sepan ser responsables para insertar las raíces de cada carisma en sus novicias y se entusiasmen por proyectar sobre ellas el verdadero espíritu de su fundador o fundadora.
Ese futuro no será posible, si nuestras comunidades no viven ya, ahora, los votos religiosos en el presente. Nuestra santidad no es un trabajo solitario, sino que es nuestro «Gran proyecto comunitario».Este proyecto nos tendrá que mantener ocupadas día a día y aún más unidas, para cumplir nuestra obra, que es siempre queriendo conocer cómo es nuestro Esposo y no quedarnos reducidas en la indigencia, sino permaneciendo agradecidas por su misericordia. Tenemos que ser pobres, pero si sabemos vivir ordenadamente la pobreza, Él nunca nos dejará en la miseria. Los consejos evangélicos son para nosotras la« Alegría Pascual», no podemos perder esta bella oportunidad.


NACIDAS PARA AMAR

«Todo el que ha sido llamado a la profesión de los consejos evangélicos, debe de esmerarse por perseverar y aventajarse en la vocación a la que ha sido llamada por Dios, para más santidad de la Iglesia y mayor gloria de la Trinidad. (Lumen Gentium nº47).
Hallamos aquí tres verbos muy significativos:
Esmerase, perseverar y aventajarse.
Cuando prometemos a Dios por medio de los votos religiosos que deseamos ser consagrados a su voluntad, implica la conjugación de estos tres verbos en forma armoniosa, por los cuales llegamos a gustar del mismo alimento que sustentó a Cristo. «Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre». Cuando los discípulos de Jesús llegaron a la escena de lo acontecido con la samaritana (Jn 4-10), estos le rogaron que comiera. Pero él les dijo: «Yo tengo para comer un manjar que vosotros no sabéis». Naturalmente, éstos quedaron muy sorprendidos ante aquella respuesta y se preguntaban unos a otros. ¿Le habrá traído alguien algo de comer?
Una parte de nuestra sociedad no entiende que existan hoy día mujeres y hombres que su alimento sea sólo abandonarse en manos de otros en Dios.
Pero un hecho así solo se puede comprender desde el amor de caridad. La caridad es el signo distintivo del verdadero discípulo de Cristo. La caridad rige todos los medios de santificación ya que los votos tienen como fin la caridad; por ello no debe de extrañarnos que el alimento de Jesús sea ser la voluntad del Padre, pues el Padre solo es Amor, esa es su voluntad, que nos amemos unos a otros, como Jesús ama al Padre.
En la carta de abril del año 1994 el Maestro de la Orden de Predicadores Fray Timothy Raecliffe, «Entregados a la Misión» de la cual comentaremos algunas citas a modo de confrontación en lo que expone en su carta; nos decía«Que los votos están en oposición fundamental con muchos valores de la sociedad, particularmente del consumismo, que rápidamente se ha convertido en la cultura predominante de nuestro planeta. E insiste que el voto de obediencia contradice la idea de un ser humano cerrado en la autonomía y en el individualismo; ser pobre es signo de fracaso y de minusvalía en nuestra cultura; la castidad aparece como un rechazo absurdo del derecho humano a la sexualidad.»
Ya han llovido algunos años desde que se escribió esa carta, y el ser humano va avanzando cada día más, a una libertad esclavizante, se pretende que las jóvenes de 16 años puedan abortar sin permiso de sus padres y en cambio tienen prohibido que se les venda alcohol. ¿Quién entiende semejante aberración? Por eso, hoy más que nunca los votos religiosos son un auténtico desafío ante una sociedad de valores fluctuantes. Hoy percibimos un alto estrato de infidelidad, incomunicación e inmadurez psicológica en nuestra cultura que a demás está escasamente formada culturalmente, y a penas sabe expresarse por la escasez de palabras que emplea para comunicarse con los demás.
Vemos como la expresión de la fe en las familias va desapareciendo, pero además de perderse la fe teologal también paralelamente se va perdiendo la fe en el propio hombre, intrínsico y extrínseco y nos aparece el fenómeno de la incomunicación interpersonal, con manifestaciones egoístas que ahogan la caridad ante el propio hombre y el entorno que lo rodea. Nunca el ser humano ha estado tan bien comunicado como lo estamos hoy día, con toda una técnica sofisticada al servicio del hombre muchas veces mal usada y al mismo tiempo, vemos «la imagen, la palabra y el tiempo»,que es la clave para ganar poder, fama y riqueza a expensas de sus otros esclavos, su prójimo.
Pero también es cierto que el hombre nunca ha tenido tanta soledad en medio de tantas palabras como en estos tiempos que nos tocan vivir. Hoy el poder mediático tiene cada vez más influencia y habilidad, para hacer del hombre «Un solitario muy informado», sin darnos casi cuenta, vamos creando una sociedad cada vez con más tendencia a la soledad, al egoísmo, y al mismo hastío de su propia vida.
De toda esta situación, percibimos que una buena parte de nuestros jóvenes, y no tan jóvenes, presentan una cierta inmadurez para asumir su rol como personas y asentar determinadas responsabilidades y actitudes, sobretodo a la hora de compartir y vivir con otras personas ¿Por qué?...Podríamos decir que su esperanza quedó truncada, al no hallar la forma de realizarse, ya en el mundo laboral (y en nuestros días con la gran crisis económica, más se agrava esta situación) como poderse realizar como personas integradas en la sociedad algo más conservadora, como algunos quieren denominarla, cuando en realidad no se trata de conservar sino de salvar la moral familiar y social que se ve amenazada por todos lados, por nuevas formas de entender la familia y la vida social. Estos jóvenes, no todos por supuesto; han perdido la capacidad realizar «Aquellos ideales» y que tan sólo una generación anterior tenían, los que hoy tenemos entre 50 y 60 años. Claro que la situación no es la misma, pero tampoco fue fácil vivir nuestra generación, pero en la vida o luchas o mueres y nuestros jóvenes, no les hemos enseñado a luchar sino que más bien ya se lo hemos dado hecho todo desde la infancia, por lo tanto no tenemos que extrañarnos que no tengan apenas ideales, ilusiones y que si algunos los tienen lo aletarguen inconscientemente, incluso pequeños proyectos. Luchar por un ideal, es en nuestro mundo toda una gran proeza, pues es andar muchas veces contracorriente.
De toda esta situación nacen hoy nuestras vocaciones religiosas y hay que hacer constar que a pesar de su juventud, no gozan todos de salud física o mental, requisito que en los monasterios siempre ha sido primordial, aunque hay que decir que no es tan importante que no se tenga un 100% de salud física, cuando la primordial es la mental, ya que los desequilibrios psicológicos deterioran las relaciones comunitarias en la fraternidad y realmente son un problema de por vida, sin haber tenido en cuenta si realmente tenían vocación religiosa las que no tenían tanta salud física. Y, dicho esto; son esos jóvenes y menos jóvenes, pocos por cierto, que se acercan a nuestros monasterios porque han oído la llamada del Señor y piden intentar ser sus discípulos en el amor.
PUBLICADO EN REVISTA TEOLOGÍA ESPIRITUAL.-FACULTAD DE TEOLOGÍA DE VALENCIA

1 comentario:

  1. QUERIDA CECILIA, QUE LINDO LO QUE CONTAS, AHORA ENTIENDO PORQUE ESTAS AHI Y ME SIENTO ORGULLOSA DE TENERTE COMO AMIGA,SE NOTA QUE GRANDE ES EL AMOR QUE SIENTES POR DIOS, Y TAMBIEN SE NOTA CUANTO AMOR TENES PARA DAR A LOS DEMAS, SIEMPRE CON TUS PALABRAS DE ALIENTO Y TUS ORACIONES.AH...ESTAS MUY LINDA EN LA FOTO. CARIÑOS Y QUE DIOS TE BENDIGA.

    ResponderEliminar