La tradición democrática de la Orden, nuestra tensión en el compartir las responsabilidades y el debate y el diálogo, pueden dar la impresión de que las exigencias de nuestra obediencia son menos plenas que en los sistemas autocráticos y centralizados. ¿No es, pues, la obediencia un compromiso entre lo que yo quiero y lo que la Orden me pide? ¿No ha de luchar uno por cierta autonomía? No creo que se trate de esto. La fraternidad nos exige dar todo lo que somos. Ya que, como todos los votos, se ordena a la caritas, una expresión de amor y, por lo mismo, realizada con todo el corazón. Siempre se dará inevitablemente una tensión entre el proceso de diálogo, la búsqueda del consenso y el momento de ponerse uno en las manos de los hermanos, pero es una tensión fructuosa, más que un compromiso negociado. Aunque hablo aquí en relación con mi experiencia de gobierno con los hermanos, espero que esto pueda ser también útil a las hermanas.
He comenzado por señalar la enormidad de los retos que enfrentamos como Orden. Y pienso que podremos asumirlos sólo si formamos nuevos proyectos comunes, dejando apostolados que pueden ser muy queridos para nosotros individualmente o como provincias. Tenemos que atrevernos a realizar nuevos experimentos aún arriesgándonos a fracasar. Tenemos que atrevernos a abandonar algunas obras que han sido importantes en el pasado. Debemos animarnos a morir si queremos vivir. Esto exige movilidad de mente, de corazón y de cuerpo, como provincias y como individuos. Si queremos construir verdaderos centros de formación y de estudios en África o en Latino América, reconstruir la Orden en Europa del Este, enfrentar los retos de China, predicar el Evangelio en el mundo de los jóvenes, dialogar con el Islam y las otras religiones; entonces inevitablemente tenemos que dejar algunos apostolados. De otra manera nunca seremos capaces de iniciar algo nuevo.
Para mí, la donación total de sí mismo a los hermanos es algo más que la necesaria flexibilidad que requiere una compleja organización para responder a los nuevos retos. Pertenece a la libertad en el Cristo que predicamos. Pertenece a la lex libertatis (la. 2ae., q. 108, a. 4. 14. LCO 1, 111.), la ley de la libertad de la Nueva Alianza. En la noche en que iba a ser entregado, cuando su vida estaba condenada al fracaso, Jesús tomó pan, lo dio a sus discípulos y dijo: "Esto es mi cuerpo, que os doy". Enfrentado a su destino, porque "era necesario que el hijo del hombre fuese entregado", hizo este supremo acto de libertad entregando su vida. En nuestra profesión, cuando ponemos nuestra vida en las manos del provincial, hacemos un gesto eucarístico de loca libertad. Esta es mi vida y yo os la entrego. Es entonces cuando nos damos a la misión de la Orden, "entregados plenamente para la evangelización total de la Palabra de Dios (LCO, I, III).
Cuando un hermano pone su vida en nuestras manos implica que nosotros estamos obligados a corresponder. Tenemos que atrevernos a pedir todo de él. Un provincial debe tener la capacidad de creer que los hermanos de su provincia son capaces de hacer cosas maravillosas, incluso aquellas con las que ni siquiera ellos mismos han soñado. Nuestro sistema de gobierno debe expresar la sorprendente confianza entre todos, así como Domingo que escandalizó a sus contemporáneos enviando a sus novicios a predicar diciéndoles: "Dios estará con vosotros y os inspirará las palabras que hay que predicar" (Acta de Canonización, 24.). Si un miembro de la Orden ha dado libremente su vida, precisamente por ese don, le pedimos algo libremente, incluso si ello significa renunciar a un proyecto muy querido y que está floreciente. De otra manera la Orden se paralizaría. Tenemos que invitarnos mutuamente a dar nuestras vidas a nuevos proyectos, atrevernos a asumir los retos del momento más que usarlos sólo para mantener vivas las instituciones o las comunidades que ya no son vitales para la predicación.
Hay retos hoy día ante nosotros que exigen una respuesta de toda la Orden. La evangelización de China es ciertamente uno de ellos. En estos casos el Maestro ha de pedir a las provincias que sean generosas y ofrezcan hermanos para las nuevas áreas de la misión, incluso si ello trae consecuencias difíciles de sobrellevar. Necesitando un fraile para nuestro nuevo Vicariato de Rusia y Ucrania, me acerqué a un provincial con cierta incertidumbre, sabiendo que ese hermano crearía un vacío difícil de cubrir en su provincia. El provincial me dijo: "Si la Providencia de Dios ha preparado a este hermano para este trabajo, también debemos confiar que Su Providencia velará por nuestras necesidades".
Nada nuevo podrá nacer si no nos decidimos a dejar las obras que, aún teniendo probado valor, nos anclan al pasado y comenzamos otras necesarias, pero para las que no está asegurado el éxito. No podemos saberlo de antemano. La presión de nuestra sociedad es la de tener una carrera, una vida con futuro. Dar nuestra vida a la predicación del Evangelio es renunciar a esta seguridad. Somos gente que no tiene carrera ni prospectivas. Esa es nuestra libertad. Pienso, por ejemplo, en los hermanos que están iniciando la fundación de la Orden en Corea, esforzándose con una lengua y una cultura desconocidas, sin garantías de que su esfuerzo vaya a ser recompensado con el éxito. Este es sólo un don de Dios, como lo fue la resurrección después del fracaso de la cruz. Un verdadero regalo es siempre una sorpresa, algo inesperado.
Una de las maneras en las que vivimos esta generosidad es aceptando la elección como prior, como provincial o como miembro de un consejo conventual o provincial. En muchas provincias ha sido difícil encontrar hermanos dispuestos a aceptar el oficio. La búsqueda de un superior se convierte en el asunto de encontrar alguien que acepte que su nombre sea propuesto a los miembros de Capítulo. "Se buscan candidatos". Me parece que la única razón para aceptar un cargo es obedecer a la voluntad de los hermanos y no porque desee ser "candidato". Siempre habrá razones objetivas para rechazar un oficio y han de ser tomadas en cuenta seriamente y posiblemente aceptadas, cuando ha sido confirmado por la autoridad competente. Estas han de ser razones realmente graves y no simplemente el que uno no se siente atraído por la idea de asumir el cargo.
En la montaña de la Transfiguración, Pedro se siente fascinado por la visión de la gloria que ha visto. Desea construir tres tiendas y quedarse allí. Se resiste a la llamada de Jesús a recorrer el camino a Jerusalén, donde deberá sufrir y morir. No llega a ver que es precisamente en la muerte de la cruz donde la gloria será revelada. Muchas veces también nosotros quedamos fascinados por la gloria de nuestro pasado, la gloria de las instituciones que nuestros hermanos edificaron.
Expresemos nuestra gratitud hacia ellos buscando caminos que respondan a los retos de hoy. Como Pedro, corremos el riesgo de quedarnos hipnotizados y paralizados resistiendo la llamada a levantarnos y caminar para compartir la muerte y la resurrección. Toda provincia debe enfrentar la muerte y la resurrección en cada generación. Existe también la muerte estéril de los que se quedan impávidos en la montaña de la Transfiguración cuando el Señor ya se ha ido; también existe la muerte fértil de los que se han atrevido a emprender el camino y llegar hasta el Calvario, que lleva a la resurrección.
Timothi Radcliffe Exmaestro de la Orden de predicadores.
Con ternura
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P
Agradezcamosles siempre Hermana. Simbolos vivientes de entrega y devocion.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte amiga mia.
Sor Cecilia, admiro a los que descubren su verdadera vocación, en todos los aspectos, y la siguen. Sólo así se es verdaderamente feliz. Abrazos.
ResponderEliminarME ALEGO DE HABER PODIDO RECUPERAR MI BLOG; GRACIAS A LA COLOBORACIÓN DE MI AMIGA EDIT LILIANA.
ResponderEliminarGRACIAS EDIT
SOR.CECILIA
Querida hermana:
ResponderEliminarEsta entrada suya, que es maravillosa, no se publicó en el blog de Amalia.
Ya todo se normalizó. Cuando quiera publicar allí podrà hacerlo sin problemas.
Le mando todo mi cariño.
La Obediencia es el mejor remedio contra la soberbia. Como lo es la humildad.
Me encantó su entrada.
Verdaderamente el ponerse a disposición de los hermanos convierte el acceso al cargo en una total responsabilidad que comprendo será muchas veces dificil de aceptar por eso tener la generosidad de decir si, si a los hermanos y con ello si a Dios es algo que debe ser objeto de todo agradecimiento.Un abrazo Sor Cecilia.
ResponderEliminarVeo que ha reformado el blog. Muchas gracias por estar.
SOR CECILIA. Que alegría, poder leer otra vez tus entradas en tu blog.
ResponderEliminarEn este mundo tan narcisista que vivimos, se necesitan personas como tu que nos hablen de obediancia y humildad.
Tengo mucha ilusión por continuar leyendo todos los días tus enseñanzas, en ESTOY A TU LADO.
Una abraçada, germana, Montserrat
A mis 62 años he visto grandes obras desaparecer, por la única razón de que eran la obra de una sola persona, al margen de la comunidad...Los religiosos, hoy más que nunca, hemos de hacer comunitarias nuestras obras. No se trata de no hacer nada...hay que ser valientes y abrir nuevos caminos...pero en Comunidad. Un abrazo: Joan Josep
ResponderEliminarGracias por esta entrada la ire "rumiando"...Petons.
ResponderEliminar(estoy contenta de que ya se haya solucionado).
Gracias Sor Cecelia por dedicarnos un ratico,mi correo está en el blog pero se lo escribo aquí..vfumeromesa@yahoo.es.Gracias por ser como es y por su humildad,.Con cariño Victoria
ResponderEliminarUn gran tipo el Timothy. Y muy recomendable su lectura; como por ejemplo "¿Qué sentido tiene ser cristiano?" que nuestra madre priora "me mandó leer" (tuvo a bien regalarme). Claro que a órdenes de estas, da gusto obedecer (en otras, otros gallos cantaran)
ResponderEliminarUn saludo, Al + Mc
(Y ya escribo en letra más grande, como pediste)
ASÍ CREO SOR CECILIA, LA FE, TIENE SUS RESPONSABILIDADES, LA OBEDIENCIA, ES LA CONFIANZA DE LA FE.
ResponderEliminarTODOS PARTICIPAMOS DE LA COMUNION DE LOS SANTOS, CON NUESTROS ACTOS DE FE Y OBEDIENCIA, BENEFICIANDO A LOS HERMANOS, EN LA CARIDAD DE LOS ESPÍRITUS, QUE ESPERAN EL SOSTÉN DE NUESTROS ACTOS, ENCADENADOS EN EL AMOR DE DIOS.
LAS NUEVAS COMUNIDADES, DEBEN SER ABIERTAS A LAS NECESIDADES URBANAS DEL HOMBRE.
HERMOSO ESCRITO HERMANA.
UN SALUDO DE PAZ.
Qué hermosa la verdadera libertad del que deja todo para seguir a Jesús! Qué mejor carrera o profesión se puede tener?
ResponderEliminarDios bendiga a todos los que sin dudar dejan todo y lo siguen, con el Espíritu Santo los conforte y fortalezca.
Con cariño
Susana
Pienso que la obediencia implica no quedarnos sometidos a nuestros caprichos y apetencias; sino en hacer lo que debemos, y eso significa someternos a un Orden Superior. Muchas gracias Sor Cecilia por transmitirnos esos conceptos. Muchos saludos.
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