Esta carta se dirige en primer lugar a vosotras, monjas, porque trata de vuestra vida. Quiero dar gracias a Dios por vuestra presencia en el centro de la Orden. Con frecuencia durante las agitadas visitas canónicas, los momentos pasados en los monasterios han sido momentos de alegría, de risas y de refrigerio. Yo no soy monja, por tanto ¿qué tengo que decir sobre vuestra vida? También yo, como vosotras, soy dominico llamado a la contemplación. Habéis compartido abiertamente conmigo vuestras esperanzas para la renovación de la vida contemplativa en el corazón de la Orden, y los retos que afrontáis.
Por eso, en esta carta deseo compartir con todas las monjas el fruto de nuestras conversaciones. Perdonadme, si alguna vez da la impresión de no haber entendido vuestra vocación. La Orden sólo florecerá si nos atrevemos a decir lo que está en nuestros corazones, confiados en ese perdón.
También quiero compartirla con toda la Familia Dominicana. Antes de morir, Santo Domingo “encomendó las monjas, como parte que eran de la misma Orden, a la solicitud fraterna de sus frailes” (LMC 1 § I). La primera comunidad dominicana que fundó fue la de las monjas de Prulla, y una de sus últimas preocupaciones fue la construcción del monasterio de Bolonia: “Es absolutamente necesario, hermanos, que se edifique una casa de monjas, aunque esto signifique dejar por un tiempo el trabajo en nuestra propia casa” . Es decir, los monasterios están confiados a todos nosotros. Y nosotros estamos encomendados a la oración y cuidado de las monjas. Esta reciprocidad pertenece al corazón de la Orden. Por lo tanto, aunque me dirija directamente a las monjas, espero que todos los dominicos la leerán a escondidas.
También quiero compartirla con toda la Familia Dominicana. Antes de morir, Santo Domingo “encomendó las monjas, como parte que eran de la misma Orden, a la solicitud fraterna de sus frailes” (LMC 1 § I). La primera comunidad dominicana que fundó fue la de las monjas de Prulla, y una de sus últimas preocupaciones fue la construcción del monasterio de Bolonia: “Es absolutamente necesario, hermanos, que se edifique una casa de monjas, aunque esto signifique dejar por un tiempo el trabajo en nuestra propia casa” . Es decir, los monasterios están confiados a todos nosotros. Y nosotros estamos encomendados a la oración y cuidado de las monjas. Esta reciprocidad pertenece al corazón de la Orden. Por lo tanto, aunque me dirija directamente a las monjas, espero que todos los dominicos la leerán a escondidas.
Una vida contemplativa
Los monasterios no son la rama contemplativa de la Orden. No podemos dejar la contemplación para las monjas. Todos nosotros estamos llamados a ser contemplativos, y la renovación de la vida contemplativa es uno de los desafíos más grandes a los que se enfrenta la Orden. Estoy dudando en dar una definición de “contemplación”, pero ¡seamos audaces! Por contemplación entiendo nuestra búsqueda de Dios, que lleva a nuestro encuentro con el Dios que viene a nuestro encuentro. Buscamos a Dios en el silencio y en la oración, en el estudio y en el debate, en la soledad y en el amor. Con todas las facultades del corazón y de la mente, buscamos las huellas de Dios. Pero Dios nos encuentra cuando menos lo esperamos. María Magdalena, la primera Patrona de la Orden, es una verdadera contemplativa, tanto cuando busca el cuerpo de Jesús como cuando se sorprende al oír su nombre pronunciado por el Señor Resucitado. Nuestra oración brota de este deseo profundo. Como dijo Catalina, “El deseo mismo es ya oración”.
Fr. Vicente de Couesnongle habló de “la contemplación de la calle” . La Palabra se ha hecho carne y habita entre nosotros, en los más pequeños de nuestros hermanos y hermanas” (Mt 25), en nuestras familias, en los lugares de trabajo, en nuestros amigos y en nuestros enemigos, en las horas de gozo y de desolación. La Palabra está ahí, sólo basta que abramos los ojos para verla. Eric Borgman, un laico dominico holandés, escribió: “Los dominicos están convencidos de que el mundo en que vivimos, turbulento e inquieto, a veces violento y aterrador, es al mismo tiempo el lugar donde lo sagrado sale a la luz, el lugar donde encontramos y escuchamos –‘contemplamos’- a Dios” . De ahí que todo dominico está llamado a la contemplación, ya sean laicos, religiosas, frailes o monjas. Nuestra más grande contemplativa, Santa Catalina de Siena, fue una laica.
Predicar es un acto contemplativo. Don Georgen escribió: “En la predicación el buscador y lo buscado se juntan, lo perdido y lo encontrado. Dios nos encuentra en medio de nuestras mismas palabras que intentan hacerle evidente. Dios nunca nos abandona” . Predicar no es simplemente abrir la boca y hablar. Comienza con la escucha silenciosa del evangelio, la lucha por comprender, la oración para la iluminación, y concluye con las reacciones de los oyentes. Cuando yo era fraile joven, recuerdo la visita de un obispo, del que se esperaba que predicase, que dijo a uno de los frailes un minuto antes de la Misa: “Si eres buen dominico, deberías ser capaz de predicar ahora mismo sin preparación”. El fraile respondió: “Precisamente porque soy dominico, no creo que predicar sea simplemente decir lo primero que me venga a la cabeza”.
Si todos los dominicos están llamados a ser contemplativos, ¿cuál es entonces lo específico de vuestra vida? Vuestra vida está enteramente configurada por la búsqueda de Dios. La vocación de la monja “es un llamada para todo el pueblo cristiano a la fundamental vocación de cada uno al encuentro con Dios” (Verbi Sponsa 4). Como escribió Fr. Marie-Dominique Chenu, “la vida mística no es fundamentalmente distinta de la vida cristiana” . Vosotras no escapáis de los dramas y las crisis de la vida humana ordinaria. Los vivís más lisa e intensamente, conociendo el gozo y desesperanza de toda vida humana, sin la protección de muchas de las cosas que dan sentido a la mayoría de las vidas humanas: el matrimonio, los hijos, una carrera. El monasterio es el lugar donde no hay ningún sitio para esconderse del interrogante fundamental de cualquier vida humana. Una monja escribió: “Yo entré en el monasterio no para huir del mundo, ni para olvidar o ignorar su existencia, sino para estar presente en él de un modo más profundo, para vivir en el corazón del mundo, de una forma escondida, pero creo que más real. Llegué aquí no buscando una vida tranquila o seguridad, sino para compartir, para embarcarme con el sufrimiento, el dolor, las esperanzas de toda la humanidad” .
Vuestras vidas tienen sentido sólo si la búsqueda de Dios conduce al encuentro en el huerto y a la escucha del proprio nombre. Vuestra vida no tienen ningún objetivo intermedio que conseguir a lo largo de los días y los años. El monasterio es como la cola en la parada del autobús, un signo de esperanza de que vendrá el autobús. Esta es la verdad de todos los que viven la vida monástica de clausura. En una conferencia al Congreso de Abades Benedictinos , sostenía que Dios a menudo se nos muestra en la ausencia, en el hueco: el espacio vacío entre las alas del querubín en el Templo, y en última instancia en la tumba vacía en el huerto. La vida de una monja y de un monje está santificada por el vacío. Vuestras vidas están vacías de finalidad, fuera de estar ahí por Dios. No hacéis nada especialmente útil. Pero este vacío es un espacio sagrado en el que Dios pone su tienda y donde nosotros vislumbramos su gloria.
Y franciscano o dominicano – que “constituyen una espléndida colección de variedad” . ¿Qué significa que un monasterio sea dominicano? Compartiré lo que he aprendido de vosotras, considerando cómo vuestras vidas están marcadas por la Misión de la Orden, por la vida comunitaria dominicana, por la búsqueda de la Verdad, y por la pertenencia a la Orden entera. Hay muchos otros aspectos de vuestra vida que no voy a tocar, sólo éstos que son centrales para vuestra identidad dominicana.lo hacéis como monjas de la Orden de Predicadores. La Iglesia hace un llamamiento a las contemplativas de familias religiosas diferentes a que vivan de la riqueza de su propia tradición y carisma – benedictino, carmelita,
Misión
¿Qué significa ser monja en una Orden misionera? ¿Cómo es posible ser contemplativa de clausura y misionera?
Ser enviada
Ser misionera es literalmente ser enviada. Los frailes y las religiosas pueden ser enviados en misión a los confines de la tierra, como Jesús mandó a los discípulos. Vosotras podéis ser enviadas a fundar un nuevo monasterio o a reforzar un monasterio que está débil, pero normalmente permanecéis donde estáis. ¿En qué sentido sois enviadas? Para Jesús ser enviado por el Padre no fue ir de un sitio para otro. Él no salió de viaje. Su verdadera existencia era desde el Padre. Vosotras sois misioneras tanto como los frailes, no yendo a parte alguna sino viviendo vuestras vidas desde Dios y para Dios. Como dijo Jordán a Diana, “tu papel en la quietud de tu casa y el mío en mi continuo ajetreo de mis viajes lo realizamos únicamente por su amor” . Vosotras sois una Palabra predicada en vuestro ser.
El séptimo modo de orar de Domingo era elevando “todo su cuerpo hacia el cielo en oración, como flecha en el arco apuntando al alto” . Vosotras apuntáis a Dios como una flecha, simplemente estando ahí, con ningún otro fin. Vosotras sois una palabra para vuestros hermanos, hermanas y laicos dominicos en vuestra vida, y una palabra para el lugar donde se encuentra el monasterio. Lo he visto muy claramente en lugares de sufrimiento, como Angola, Nicaragua, en los barrios de grandes ciudades como Karachi, o en el Bronx de Nueva York o en los suburbios de París. En tales lugares un monasterio es una Palabra que se hace carne y sangre, “llena de gracia y de verdad” (Jn 1, 18).
María Magdalena va a los apóstoles y les dice: “He visto al Señor”. Algunas de vosotras quizá estéis llamadas a predicar a través de los libros. Muchos de los teólogos más importantes han sido monjes y monjas, y esto sería algo especialmente apropiado para una monja dominica. El LCM 106 § II es explícito en que el trabajo de las monjas puede ser también intelectual.
También podéis ser enviadas a hacer nuevas fundaciones. Olmedo es una inspiración, con sus ocho fundaciones en cuatro continentes. La Orden está creciendo en muchas partes del mundo, sobre todo en Asia, y nosotros estamos incompletos sin vosotras. Algunas veces vosotras habéis ido antes que nosotros. Puede implicar gran coraje enviar monjas a fundar un nuevo monasterio, sobre todo porque son quienes dan más a sus comunidades las que serían capaces de tal aventura. Recordad el coraje de Domingo, que dispersó a los frailes tan pronto como se fundó la Orden, para que la semilla produjera fruto.
Fray Timothi Radcliffe.
Amigos gozo enormenente habrandoos de la Orden de Predicadores, deseo que cuantos me lo han pedido también lo gocen conmigo.
Con ternura.
Sor,Cecilia Codina Masachs O.P
SOR CECILIA:
ResponderEliminarGracias por compartir esta carta de este Fraile.
Verdaderamente el espíritu vuestro de sacrificio y donación es grandioso.
Una abraçada germana, Montserrat
Gracias por compartir con nosotros esta carta. Me ha gustado mucho esta reflexión. Nos ayuda a darnos cuenta del verdadero significado de "ser enviado" del Padre. No se trata de ir de aquí para allá, sino de hacer la Voluntad de Dios desde la vocación a la que nos llame. Lo importante es permanecer siempre en Él, hagamos lo que hagamos. A todos nos necesita para hacer de la tierra el Cielo. Un abrazo, Hermana.
ResponderEliminarLinda carta!!!".... desde Dios y para Dios...", gracias por compartirla, es muy enriquecedora.
ResponderEliminarUn petó
¡Muy hermosa carta, gracias por compartir conmigo tantas cosas bellas del Señor, nuestro Amor!
ResponderEliminarGermana Cecilia: li dono les gracies per recomenar les meves entrades. No ho mereixo!!!
ResponderEliminarSon tan sencilles i poc sofiticades, que em fa vergonya, de que una monja tan erudita com voste. m'afegeixi a la seva llista de blocs.
Moltes gracies Germana. M'ha tornat a guanyar!!!! Smccachiis la mar!
Sor Cecilia, gracias por compartir esta carta. He gozado con su lectura, que hace florecer sentimientos, como siempre.
ResponderEliminarCordialmente,
Luis.
Sor Cecilia, muchas gracis por esta publicación, tiene mucha riqueza espiritual, nos deja mucho conocimiento (por lo menos para mí). Me ha sorprendidao lo que cuentas de María Magdalena, siempre la he admirado, aunque no conocía bien su vida. Tú me das la das a conocer.
ResponderEliminarQuerida recibe mis sentimientos de cariño hacia tí. Abrazos.
Sor Cecilia:
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir esta carta que atesora como cada entrada suya un cúmulo de enseñanzas.Un abrazo
Gracias por visitar mi blog.
ResponderEliminarHermosa carta hermana Sor Cecilia, esta hecha con el corazón.
ResponderEliminarGracias por compartirla.
Déu vos guard !
Gracias por esta carta que nos viene bien A TODOS. SALUDOS.
ResponderEliminarGracias hermana por darnos a conocer palabras tan sabias y lindas que se dirigen a vosotras, pero que nos tocan e algún modo a los laicos comprometidos en nuestro amor a Dios. Seguiré visitándole.
ResponderEliminarhola yo estube en la orden, en la vida contemplativa, entre desde los 16 anos y alli creci, estudie convivi por mas de 5 snos hasta ser novicia, y antes de hacer mis primeros votos, opte por regresar , a donde habia dejado mi pasado, , , aun no se por que pero deje lo mas valioso lo mas seguro que he llegado a sentir en mi corazon,, la contemplacion, la oracion , la meditacion y la vida fraterna que se vive dentro de esas paredes, son olgo endescriptible, , ,
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