LAS PREGUNTAS DE UNA NIÑA

En cierta ocasión el Sr.Obispo auxiliar de mi ciudad vino para darnos una conferencia. La reunión era para adultos, pero había insistido tanto, que por aburrimiento me dieron el permiso ya que se daba de noche.

Era una época en que yo buscaba ansiosamente respuestas coherentes a mis preguntas. Consultaba todo tipo de libros de teología, posiblemente era la única niña que pedía a la bibliotecaria que me diese libros que hablasen de Dios.

Pues bien, después de la conferencia del Sr. Obispo, se abrió un turno de preguntas. Nadie se atrevió a preguntar nada y en medio de aquel silencio inquietante, me levante del banco para preguntar. Mi voz de niña de 11 años a penas se podía oír y me hicieron descender hasta el presbiterio y allí con el micrófono hacer las preguntas; me sentía muy feliz, nada de miedos ni timideces me hallaba ante una oportunidad increíble, tenia ante mi un hombre que podía responderme a todas mis inquietantes preguntas sobre Dios, porque sabía que le había estudiado.

Mis preguntas fueron:
1.- ¿Cómo es que Dios nos ha castigado a todos por el pecado de concupiscencia de Adán y de Eva, si nosotros no hemos cometido ese pecado?
2.- ¿Qué culpa tienen los animales y las plantas de sufrir el mismo castigo?
3.- ¿Por qué no se llaman a las cosas por su nombre en lugar de engañarnos con la manzana prohibida?

Hice muchas preguntas, pero veía que el pobre Obispo no sabía contestar a una niña con preguntas para aquella época comprometidas y decidí no ser causa de más intranquilidad, le agradecí su amabilidad y regresé a mi banco.

Los feligreses me miraban admirados por mi proeza y al día siguiente no se hablaba de otra cosa en el mercado de mi valentía. No fui valiente, estaba sedienta de conocer a Aquel que me amaba y yo amaba en mi silencio de niña.

Todas mis preguntas las hallé respuestas al cabo de los años al estudiar teología y sobre todo en la oración contemplativa, y además he aprendido que no debo de cuestionar las decisiones de Dios, aunque como humano intente justificarlas.

De esta época de mi vida, tengo subrayado« No desistir de lo que te propongas ser o hacer», y con esta entre otras muchas más normas en mi joven vida, me tienen hoy con ustedes.

                                                   
Reciban mi ternura
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P