Antes del incidente que les conté el día pasado«Un duro entrenamiento», debo de contarles otra de mis “pequeñas travesuras infantiles”.
A la salida del colegio, esos mismos chicos me insultaban como era de costumbre. Ya harta, tomé un a buena piedra y la tiré para darle al cabecilla del grupo. Pero la piedra, como ustedes ya saben muy bien, sale de la mano y no se sabe a donde va. Y esta piedra no le dio al cabecilla de la banda, dio por accidente a otro niño, que nada tenía que ver.
Inmediatamente me acerqué a él y le pedí perdón, le expliqué que no supe orientar bien el lanzamiento y que fue un accidente. El niño, un buenachón en cuestión, no ofreció ninguna resistencia a mis desmesurados cuidados para evitarle la hemorragia.
Entretanto, la pandilla muy alegre de mi fracaso, iban gritando:¡Ahora sí que te la cargarás, porque el padre de este niño es más importante que el tuyo, el del es guardia civil y el tuyo sólo guardia urbano!
Y a mí que más me daba las profesiones de nuestros padres, sólo estaba preocupada por el daño que le había causado a un inocente y me escribí en todo mí ser. «Nunca más tirarás una piedra contra nadie» y con esta determinada determinación, fue a la casa donde vivía mi niño herido.
Lamé al picaporte con energía, diría que con cierta urgencia. Se abrió la puerta y apareció una señora muy hermosa y bien arreglada. Ella me preguntó: ¿eres tú la nieta de la Sra. Ramona?, y sin ningún miedo le dije: Sí señora, yo sólo quiero que ustedes me escuchen… ¿Me deja entrar?, la mujer abrió la puerta y me hizo sentar en un salón muy bonito comparado con lo que conocía del barrio.
Salió su esposo y este ya más enfadado me miró con su cara de guardia civil, pues en esos momentos no veía otra cosa. Él me preguntó: ¿Has sido tú quien ha tirado la piedra a mi hijo?, contesté muy segura de lo que tenía que decirles. « Sí, fui yo y vengo a pedirle perdón otra vez a su hijo y a ustedes, les aseguro que no volverá a suceder, me lo he prometido a mi misma». Dicho esto, ambos se rieron de mí, pero con dulzura y lo que nunca yo me hubiere jamás pensado, su mamá me abrazó fuertemente, mientras su esposo iba a buscar a su hijo y como buenos amigos nos hizo darnos las manos, me perdonó el niño y sus padres también.
Yo, por si acaso no dije en casa, ni media palabra de lo sucedido, pero días después vinieron a mi casa los papás de ese niño a contarles a los míos la hazaña que su hija Cecilia había hecho.
Cuando mis padres me llamaron no fue para reñirme, cosa que me temía me iba a pasar, fue todo lo contrario, se mostraron muy orgullosos de mi, por haber sido capaz, yo sola de enfrentarme a una mala acción y discurrir cómo hacerlo.
Ya desde muy pequeña tenía grabado, que debíamos saber pedir perdón, que equivocarse no es una cosa mala si sabes rectificar.
Así que en mi vida adulta, me la he pasado pidiendo perdón, porque me he equivocado muchas veces, pero nunca más volví a tirar una piedra.
Mi acto, no fue discurrido para protegerme, sino porque realmente me causó dolor haberme equivocado.
Con ternura.
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P
Gracias, querida amiga, por esta entrada. Qué hermoso, cómo el Espíritu Santo ya de tan pequeña le daba conciencia de pecado, Gloria a Él.
ResponderEliminarGracias, por poner en su lista la pequeña poesía "Amor"...me alegro que le haya gustado!
Un abrazo fuerte, en Cristo y María
Susana
¡Menos mal que no le dió por entrenarse para corregir su mala puntería! Es broma.
ResponderEliminarA veces es dificil pedir perdon y, sobre todo, reconocer que uno se ha equivocado, pero es un buen ejercico de humildad.
Un abrazo
BON DIA:
ResponderEliminarSon las 7,45 de la mañana
Eres un Sol.
De pequeña, ya llevabas la bondad contigo.
Ayer, cuando fui a verte, salí llena de Paz de Convento.
Una abraçada, Montserrat
Sor.Cecilia el perdón en el ser humano es un valor muy grande.
ResponderEliminarSi se practicara más en estos días que vivimos cuantas personas no estarían separadas.
¡Cuánta unión habría entre personas!
Un cordial saludo de…
Abstracción textos y Reflexión.
Buenos dias Sor Cecilia...ya como de costumbre sus relatos de la infancia son bellos y entrañables...yo fui una niña bastante pacifica y caritativa ...de mayor educadora y procuro no dañar a nadie ...si me dañan en algo suelo callar y dar a entender que estoy sentida con la maxima educación, mi vida es recta y estoy feliz de mi conducta y de la educación que desde mi cuna recibí...gracias por el amor que nos da .
ResponderEliminarun abrazo
Marina
Me encanta esta historia infantil, Sor Cecilia. Cuanto amor, bondad y nobleza florecían en sus acciones ya desde niña. Como destaca Mª Jesús "es un buen ejercicio e humildad".
ResponderEliminarYo soy igual que usted, nunca, desde muy pequeñito quise hacer daño a nadie. Y sí, pido también muchas veces perdón, aunque en algunas no corresponden con amor -como hicieron los padres de su compañera-, sino con desprecio. Es el mal de muchas personas de ostentar orgullo, soberbia y frialdad.
Que tenga un hermoso día.
Cordialmente,
Luis.
Buenos dias amiga y hermana Sor Cecilia, sabes? sus bellas historias de su niñez me hacen recordar la mia y las de mis hermanas, yo enverdad no hacia muchas pero si participe en alguna de mi hermana 4 años mayor que yo.
ResponderEliminarY si es bonito reconocer cuando nos equibocamos y arreglar nuestras faltas, y si hacemos un mal o un feo a otra persona pedir perdón eso nos dara una paz y tranquilidad, pues es muy triste ver a una persona que sifre por nuestra culpa.
Besos y abrazos de su amiga Lola.
Yo me pongo del otro lado del relato, y no puedo dejarme de plantear seriamente lo que decimos a nuestros hijos cuando afrontan la verdad. En tu caso fue una gracia encontrarte con tanta gente buena; pero he conocido más de un suceso, en donde la verdad es premiada con castigo y/o condena. la conclusión de quien da la cara ha sido muy distinta: que mejor no hacerlo.
ResponderEliminarFelicitaciones por tus padres, y por la gente que te ha tocado conocer.
Genial anecdota, simpática y reflexiva, gracias de corazón por compartirla. Saludos.
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ResponderEliminarY con esa actitud sencilla y grande a su vez, es como se fortalece el ser humano.
ResponderEliminarReconocer nuestros errores, hace que nuestras virtudes vayan enraizando en profundidad.
Un gran y respetuoso abrazo Sor Cecilia.
Me ha gustado, ahí, me identifico con usted, siempre debemos afrontar y responsabilizarnos por nuestros actos, hermosa lección.
ResponderEliminarUn abrazo en el Señor.
Ambar
EL PERDÓN
El perdón, es la flor más delicada
Del jardín de nuestra vida
La magia del domador
Que todo amansa y apacigua
Es el corrector perfecto
Para faltas y defectos
Es un suave espeso manto
Que todo tapa
Y lo cubre con su encanto
Esa delicada flor
Con sus profundas raíces
Nace en el corazón
La alimenta la razón
Y su tallo crece fino
Que se extiende a lo DIVINO
Donde lluvia cristalina
La riega y le quita espinas
Llenándola con su amor
Pero esa delicada flor
Necesita mil cuidados
Y arrancar las, malas hiervas
Que la vayan sofocando
Los celos y los rencores
Y las torcidas pasiones
Tienen raíces muy fuertes
Hay que dar muchos tirones
Mejor no dejar que crezcan
Que al arrancar no rompamos
Pétalos, tallos ni hojas
De esa flor tan preciosa
Pronto se pasa el furor
Cuando alguna vez se enoja
La compasión le acompaña
Y hace la flor más hermosa
Quiero yo, en mi jardín ver
La flor del perdón crecer
Y por mucho que lo intento
Ya le cuesta florecer
Arranco las malas, hiervas
Esa es mi lucha diaria
La riego con el olvido
Y la abono con, amor
Quiere volverse a esconder
Cuando ve este mundo injusto
Para que el perdón florezca
El olvido yo, cultivo.
Ambar 8/3/2010
Estoy con la opinión de Milkus, ud hermana dio con gente muy buena, y que cuando dices la verdad una y otra vez y te premian con el castigo uno se plantea las cosas de otra manera, como por ejemplo no decir la verdad a menos que no haya más remedio, no todas las madre y padres de los niños apedreados te reciben con un abrazo cariñoso. De pequeño dí muchas pedradas, cosas de crios como la suya, y me encontré dos situaciones completamente distintas e igual de desagrable, algunos padres quisieron denunciar inmediatamente (No estaba la ley del menor de ahora que es una fábrica de delincuentes y un menor la pagaba bien caro) y otros optaron por tomarse la justicia por su mano pegándome a pesar de ser ellos adultos y yo niños. Cuando yorecibí las pedradas, con peores cosecuencias por cierto, ni pegamos a nadie ni denunciamos a nadie,simplemente nos lamentamos por nuestra mala suerte. Hoy día yo soy un tio fortachón y cuando me encuentro con los padre de esos niños que me pegaron, pienso para mí "qué fácil sería para mí pegar al que me pegó" pero no lo hago. Lo que sí me pregunto es ¿cómo debo yo de actuar el día que tenga un hijo y le pase esto?
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ResponderEliminarSor Cecilia ...gracias por acogerme en sus oraciones.
ResponderEliminarmi calido y profundo abrazo.
Marina
Que historia hermana. Usted con sus recuerdos tan profundos, nos lleva a nuestra propia infancia y a nuestros encontronazos con pandillas mal hablados y malones.
ResponderEliminarMe vinieron a la memoria, varias vivencias de la niñez. En mi caso, yo era el brazo fuerte de la ley, algo así como la guardaespaldas de los mas pequeños, cuando los molestaban.
Me tocó también pedír perdón, cuando desparramé varios kilos de semillas, en el galpón de Dón León Zocol, por curiosa.
Dios la bendiga por darnos estos momentos de mágicos recuerdos, que nos ennoblecen.
Al igual que de la entrada de ayer se puede sacar una estupenda enseñanza Sor Cecilia, además nos demuestra que ya de pequeña la bondad habitaba su corazón.Un abrazo
ResponderEliminarUna buena enseñanza para la vida adulta. Así son las cosas de niños cuando sabemos reflexionar sobre ellas. Un abrazo!
ResponderEliminarSor Cecilia: Gracias por tus palabras en mi Blog.
ResponderEliminar¡Dios existe! De su bondad y ternura en nuestras vida es que los aprendices de poetas podemos ser testigos en cada poesía, también de su perdón y su misericordia para con nosotros.
Gracias por tu visita.
Hasta cada Eucaristía...
Hno. Augusto
Buenas, Sor Cecilia
ResponderEliminarGracias por tan buen ejemplo. ¡Qué difícil es pedir perdón! O al menos, a mi me cuesta mucho. Generalmente lo que hago es intentar devolver la dignidad al ofendido. En cierto modo es una forma de pedir perdón.
Y sí, respondiendo a su comentario, cuando te cruzas en más de dos blog se acaba cogiendo cariño a los que allí comentan, como de amigo o hermano. Gracias por quedarse en mi sitio. Traerá luz.
Un afectuoso saludo.
Hola Sor Cecilia!!!
ResponderEliminarQuina entrada mes bonica!!!
como todas, esta entrada es muy bella por lo que de enseñanza tiene, y mas a tan tierna edad, es notorio , que Dios la lleva de su mano ,durante toda su vida ha sido asi, de que forma tan sutil la vida que ha llevado ha estado guiada..y de que forma tan magistral nos muestras esas enseñanzas!! GRACIAS !!
un petó.
Hola Sor Cecilia en primer lugar gracias por sus bellas palabras en mi blog.
ResponderEliminarQue bonito es saber pedir perdon pero que pocas veces se hace, yo soy una persona que si me equivoco soy la primera en pedir perdon, y eso le he enseñado a mis hijos.
Un beso.
De acuerdo con lo de pedir perdón, es bonito quedarse en paz y recibir el perdón, lo malo es que hay personas que no perdonan y te la guardan para siempre.
ResponderEliminarOtras veces tanto pedir perdón, o pasar por alto las ofensas de los demás, te devaluan y hacen que te tomen, como vulgarmente se dice en mi tierra, por el pito del sereno.
Gracias or Cecilia por sus relatos.
Unb abrazo
Hola de nuevo Sor Cecilia. En mi bitácora y para no repetirlo le he dejado un mensaje.
ResponderEliminarMi casa siempre está abierta para cuando quiera pasar.
Que tenga muy buena noche.