Vivíamos en una planta baja con un jardín muy grande, un precioso gallinero, muchas flores, y macetas, árboles frutales y un sin fin de preciosidades de la naturaleza,tenía un jardín muy bonito. Mi perro y yo solimos jugar a correr y al escondite.
Un día, en nuestras correrías despreocupadas de toda responsabilidad y sintiéndonos los dos muy libres, alegres uno de tras del otro, pues sin darse cuenta, Panchito tiró una maceta y se rompió. Se que los dos dejamos de correr y mirabamos toda la tierra de la maceta desparramaba por el suelo, mi perro miraba al suelo y luego me miraba a mí, como intentando decir«Lo siento», yo lo acaricié con toda mi ternura, y le dije: «Vamos corre», no se lo pensó, continuamos corriendo como si estuviésemos huyendo de la justicia, y en cierto modo así era, ambos huíamos de la correa justiciera de la abuela.
No pasó mucho tiempo en que el alarido de la abuela resonase en todo el jardín y si en algún momento aquello podía haber sido el paraíso dejó de serlo en pocos minutos.
¡Cecilia, ven aquí que sabrás lo que es bueno!, cualquiera se hubiera acercado si esa voz hubiese sido dulce, más con aquel acento, había para echar a correr. Pero, nos encontró debajo del ponedor de las gallinas, no cabíamos los dos en el ponedor y su medio cuerpo asomaba al exterior. La abuela lo agarró de la cola y con destreza de madonna, lo arrastró hacía fuera y allí acurrucada me pescó sin poder escapar de sus gritos ni de la correa de mi santo abuelo.
Me sacó del agujero con su violencia acostumbrada y «Pim pam, pim pam» se desató su furia en mis piernas y posaderas, yo no lloraba, al contrario, también le contestaba con sus mismas palabras (Yo era muy yo), mi perro al ver cómo mi abuela me pegaba se le tiro encima para defenderme y después se puso delante de mi, no dejando que mi abuela pudiese acercarse porque mi fiel amigo le enseñaba con rabia sus colmillos.
Ustedes se preguntarán ¿por qué mi perro me defendió? Miren, mi Panchito y yo estábamos muy unidos, todo lo que un animal y una persona pueden estar unidas, no por la inteligencia, sino por el amor, cada uno a su nivel.
Días atrás, la que había roto la maceta con nuestras correrías había sido yo y en esa ocasión cuando la abuela iba a pegar a Panchito yo le detuve la mano y le dije que la maceta la había roto yo y Panchito se dio cuenta de mi protección y cuando estuvimos solos, Pancho, Panchito Pancho, me comió a lenguadazos. Les aseguro que mi perro entendió perfectamente que lo había defendido y lo propio hizo después conmigo.
Nuestras hazañas por el jardín eran maravillosas, ¿qué perro juega contigo al escondite y hace ver que no te encuentra para que le encuentres tú a él? sí, sabemos que tienen un olfato que de inmediato descubren las cosa más lejanas escondidas, así que lo que hacía mi perro era de ser además de inteligente un buen amigo.
Después en mi vida adulta, en mis múltiples negocios, tuve un criadero de pastores alemanes y monitora en la escuela de adiestramiento, y realmente nuestros amigos son algo fuera de serie, he aprendido de ellos, un montón de cosas, me han consolado cuando me han visto triste o llorando y se han alegrado de verme contenta dándome la patita hasta saciar toda amistad.
soy una defensora de los animales los adoro besitos gaviota
ResponderEliminarTres tengo yo, un golden de 9 años, una teckel de 4 y un cachorro de labrador. Los cuida mi hijo , el que prepara oposiciones, yo pago los gastos y le sustituyo si algún día no puede sacarlos. Mis nietos los adoran. Mi hijo encontró a su novia paseandolos, ella tiene un labrador, y son los que salen como locos a recibirme cuando llego a casa.
ResponderEliminarRece Sor Cecilia, que nos hace falta.
Un beso
Precioso relato, Sor Cecilia. Los perros son maravillosos, todos los animales lo son, hay que quererlos, disfrutar con ellos, como hacía usted con Pachito, y respetarlos en su medio, en la naturaleza, en el campo, donde sea.
ResponderEliminarAfectuosamente,
Luis.
Querida sor Cecilia, gracias por este relato que nos regala. Nosotros, aquí en Buenos Aires, vivimos en un departamento no demasiado espacioso junto a mi esposa y a mis dos hijos... y a mis dos perras y a mis tres gatos! Y coincido totalmente con lo que nos cuenta: es mucho más lo que nos dan que lo que nosotros podemos brindarles.
ResponderEliminarSiempre me ha asombrado el amor incondicional que nos profesan; a veces me pregunto quién cuida a quién, y también allí hay un signo: el de ese Dios que nos quiere tal como somos, y está siempre cuidándonos y protegiéndonos aún cuando nosotros andamos dispersos y preocupados en mil cosas.
Un saludo fraterno en Cristo y María para usted y su comunidad.
Paz y Bien
Ricardo
Hola, siempre he dicho que el perro y el caballo son animales muy leales y los mejores amigos del hombre, a veces incluso son mejores que muchas personas, esta historia es una buena muestra de amistad.
ResponderEliminarUn abrazo en el Señor.
Ambar.
Sor Cecilia muy buenos dias...sólo a su rincon a rezar una oración y a leer el bonito e interesante relato de su vida infantil que cada día nos deleita con uno nuevo.
ResponderEliminarla dejo aqui un calido abrazo con ternura.
Marina
Un saludo de Roy
ResponderEliminary de Al + Mc, claro.
Hola Sor Cecilia, tiene toda la razón.
ResponderEliminarEl cariño que se merece el gran amigo del hombre, lo demuestran ellos también hacia nosotros, mire si no , el comportamiento de Panchito....son extraordinarios.
Historia muy amena la que nos ha relatado hoy.
Respetuosos saludos como siempre.
SOR CECILIA: Dios te bendiga mil veces por amar tanto a sus criaturas.
ResponderEliminarUna abraçada germana, Montserrat
Aqui en casa tenemos una pequeña perrita yorkshire, no llega al kilo y medio de peso y es un encanto,tenemos canarios y una tortuga, pero la perrita es especial...Siempre nos devuelven el ciento por uno.Un abrazo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYo adoro a los perros y a los gatos, han sido los mejores compañeros en momentos felices y también en los complicados. Gracias por compartir.
ResponderEliminarUn abrazo
Hermanita:
ResponderEliminar¡Precioso relato!
Le comparto, también a los amigos de su blog, la oración que me regaló mi hermana, junto a mi perrita maltés.
(disculpas por haber eliminado anteriormente mi comentario)
♥
Oh, Señor de las criaturas,
haz que el hombre, mi amo, sea
tan fiel para con los otros hombres
como lo soy yo para él.
Haz que ame a su familia y a sus hijos
como yo los amo.
Haz que guarde honestamente
los bienes que tú le has confiado
como honestamente guardo yo los suyos.
Dale, Señor, una sonrisa fácil y espontánea,
como fácil y espontáneo
es el jugueteo de mi cola.
Haz que esté tan inclinado al agradecimiento
como yo estoy pronto a lamer con cariño.
Conserva en él mi juventud de corazón
y mi alegría de pensamiento.
Oh, Señor de las criaturas,
del mismo modo que yo soy
siempre verdadero perro,
haz que él
sea siempre verdadero hombre.
Anónimo
♥
En mi casa siempre hubo perros cuando era niña y de todos ellos guardo un recuerdo maravilloso. No hay animal más noble. Un abrazo!
ResponderEliminarHermana, me ha hecho reír. Me he imaginado la escena y ha sabido transmitirla con vida. Unidos en el Señor.+
ResponderEliminarHola Sor Cecilia.Precioso relato jo tengo un perro y un gatito son fantasticos estos animalitos, se hacen querer tienen un sentido de mostrar no se decirlo con palabras su cariño y cercania malavilloso , no entiendo las personas que los maltratan son animales con una gran sensibilidad.Un abrazo.
ResponderEliminarSor Cecilia, que bello y divertido relato, los animales son muy compañeros, yo en mi caso siempre tuve gatas, y en este momentos las dos duermen en su canasta al lado mío, a donde voy ellas están, su amor es incondicional, y saben ellas cuando yo no tengo un buen día o algo me apena, es increíble cuanto amor generan un animalito, y sobre todo, lo agradecido que son.
ResponderEliminarUn abrazo de corazón.
Es verdad, Hermana, el amor siempre fiel de los perros nunca se olvida. Yo tuve un perro -Leo-, al que adoraba pero tuve que regalarlo. Pasé un calvario hasta que tomé la decisión y después busqué una buena familia donde fuese muy, muy querido. Aún ahora lo echo de menos, aunque sé que hice lo mejor.... de esa experiencia aprendí que amar significa también desprenderse, aunque nos duela en el alma. Un abrazo con mucho cariño.
ResponderEliminarhola ceci me encanto la historia de panchito yo adoro los animales bueno besitos te quiero mucho rocio 23/6/2010
ResponderEliminarTengo una boxer buenísima! Es mi hija.
ResponderEliminarBonito relato.
hola sor cecilia , bonito relato...como siempre emocionantes y tiernos, hoy , este relato me "toca" especialmente...desde que mi gatita me dejo...curioso que se muriera cuando a mi se me presentan momentos tan duros .. como sabiendo lo que se nos hechaba encima , como si no quisiera darme mas sufrimiento , con su enfermedad, me emociono solo pensando en ella....jamas la olvidare, fue tan cariñosa conmigo...y como en el relato nos protegiamos mutuamente...cuanto cariño me dio.....y cuanto la hecho de menos...
ResponderEliminarbuenas noches Sor Cecilia ...un rincon muy acogedor para rezar una oración con devoción.
ResponderEliminarhasta mañana si Dios quiere.
un calido abrazo
Marina
Cálida historia la de Panchito contigo. Debe de haber sido maravilloso tenerlo de amigo. Entre nosotros con lo que cuentas fuiste brava de niña.
ResponderEliminarGracias por publicar. Besosssssssssssssssssssss
Un saludo hermana.
ResponderEliminarMe gustan sus relatos, enternecedor.
Me imagino a su abuela pegandola con la correa y es que cuando eramos pequeños nos pegaban, a mi también alguna vez me pegaron con la correa y con la zapatilla en el culete. Eran otros tiempos. Hoy en dia es impensable.
Un abrazo.-
Hola Monjiña: Los animalitos son mi fuente de amor. Sé que para muchas personas esto les suena dispendio de cariño, pero son tan necesarios para aprer a través de su fidelidad y amor.
ResponderEliminarUn besiño por tocar este bello tema.
Rosa María
Como me gustar leer sus relatos, imaginármela antes y ahora. Me gusta como fue y como es. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Sor Cecilia, cuando fui niña viví rodeada de animalitos yo creo que es el más hermoso recuerdo que tengo, sin duda ellos son fieles compañeros y nos entregan puro amor, solo hay que mirarles sus ojitos, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHola Sor Cecilia, los animales, nuestros amigos, son los mas fieles y compañeros.
ResponderEliminarTengo actualmente una perrita y un gato y son divinos. Siempre en mi familia hemos contado con la amistad de alguno de estos tiernos animalitos.
Cariños y gracias por su visita de siempre.
Hola hermana ¿y qué pasó con Panchito? porque la abuela debe haberse puesto furiosa al ver los dientes de Panchito. Vaya con la abuela!!! que Dios la tenga en su gloria y que Panchito esté a su lado.
ResponderEliminarLos animales, tedan lo que les das. Un saludo.
ResponderEliminarAy que historia más bonita, qué suerte poder disfrutar de un compañero así. Me ha encantado esta historia, gracias por compartirla. Un beso
ResponderEliminarHermoso post, Sor Cecilia:
ResponderEliminarSólo quienes amámos a nuestras mascotas, comprendemos lo mucho que se puede hacer por ellas.
Bikiños. Ángel.