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sábado, 17 de abril de 2010

BUSCAR APASIONADAMENTE A DIOS


He puesto el titulo: BUSCAR APASIONADAMENTE A DIOS, Y, realmente, Dios es lo más importante, lo único importante podríamos decir. Ante él –dice Isaías 40- todo es nada.

Dios es el sentido último de nuestra existencia, y del mundo. Todo viene y todo tiende a él.
La persona humana, en su más honda entraña es un ser abierto al misterio, buscador de horizontes ilimitados, y, por eso mismo, esencial buscador de Dios.


Esta orientación al misterio, que brota de sus raíces más hondas, le constituye precisamente como perdona, como espíritu en el mundo. Por eso es un ser esencialmente religioso
Por ser espíritu, el hombre se trasciende a sí mismo y trasciende todo lo creado y está abierto al infinito .Pero el «infinito» para él no puede ser un objeto impersonal, sino una persona libre que le ama y que se le entrega en un acto gratuito de amor.



La persona humana tiene necesidad de trascenderse a sí misma,
Saliendo de sí hacia las cosas y hacia las otras personas y saliendo principalmente sobre sí mismo hacia Dios. Es pura apertura y aspiración radical a ese misterio que se llama Dios.
Tiene un anhelo incoercible, aunque no siempre consciente, de Dios. Y a él le busca
Siempre que busca su propia perfección, de una manera muchas veces implícita, pero real. «Todos los seres –afirma Santo Tomás- cuando apetecen sus propias perfecciones,
Apetecen al mismo Dios».

Vivir «humanamente» es buscar las raíces y el sentido último de la propia existencia. Vivir “cristianamente” , que es creer en Jesucristo, es buscar y
Encontrar en él esas últimas raíces y ese definitivo sentido: es buscar y encontrar a Dios-Padre, en el Hijo, por el Espíritu Santo.


Por obra del Espíritu, buscar a Dios es estilo y profesión de vida.
Decía Juan Pablo II: «El testimonio profético exige la búsqueda apasionada y constante de la voluntad de Dios. Y añadía: Con este estilo de vida y la búsqueda del Absoluto, casi se insinúa una teràpia espiritual para los males de nuestro tiempo”. Y aun concluye:



«La búsqueda de Dios desde siempre sacude el corazón del hombre y lo conduce a múltiples formas de espiritualidad. Su sensibilidad a los valores (Fil 4,8) y la disponibilidad al encuentro testimonian las características de una auténtica búsqueda de Dios».

¡BUSCAR A DIOS, SABIÉNDONOS, ANTE TODO Y SOBRE TODO, BUSCADOS –Y ENCONTRADOS- POR ÉL.


Porque es él quien nos sale al
Encuentro, quien tiene la iniciativa, quien suscita en nosotros el deseo de buscarle y de encontrarle. Es él quien se nos hace el encontradizo, y lo único que nos pide es que
«no huyamos», como perpetuos «fugitivos», y que “nos dejemos encontrar».

En la Persona de Jesucristo, el Verbo Encarnado, el «Emmanuel»,
El Dios-con-nosotros, Dios ha establecido para siempre su tienda entre nosotros (Jn 1,14)
Y se ha hecho él mismo definitiva presencia salvadora. Ha venido a buscar al hombre,
Que estaba perdido (Lc 19,10) y ha suscitado en el mismo hombre el vivo deseo de buscarle a él.
Se trata de una búsqueda que HA DE SER APASIONADA E INCANSABLE Y QUE HA DE DURAR TODA LA VIDA. Una búsqueda que ha de
Estar animada por la certeza del encuentro e impulsada por la seguridad de que habrá que seguir buscando.

El hombre, sin Cristo, es enigma indescifrable para sí mismo, y
«un problema no resuelto» (GS 21), y se encuentra inevitablemente abocado al fracaso y a la frustración. En cambio, en Cristo y por Cristo –dice Juan Pablo II
-« El hombre ha conseguido plena conciencia de su dignidad, de su elevación, del valor trascendental de la propia humanidad, del sentido de su existencia».

Cristo es la revelación total del misterio del hombre. Y sólo en él se realiza la auténtica dimensión humana, antropológica.

Dios es siempre el cercano y el invisible, el lejano y el próximo, pero siempre presente a la humanidad, a la historia, y al momento personal de cada persona, uno a uno. Es un gozo su amor y su presencia, cada día hasta el fin de los siglos. Con él, está nuestra seguridad. Única. Segura.

El Señor, que no deja sin recompensa un vaso de agua fresca por su amor, te está preparando, hija, una eterna y abundante recompensa: Él mismo, tu Esposo amado, será tu recompensa. A Él la Gloria por los siglos.

Vamos todos a la meta final de Dios, hasta que DIOS SEA TODO EN TODOS, como dice la Palabra inspirada (I Cor).


EL DESEO DE DIOS, EL BELLÍSIMO Salmo 62:



Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo,
Mi alma está sedienta de ti,
Como tierra reseca, agostada, sin agua.
Cómo te contemplaba en el Santuario
Viendo tu fuerza y tu gloria.



TU GRACIA VALE MÁS QUE LA VIDA,
Toda mi vida te bendeciré
Y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
A la sombra de tus alas canto con júbilo,
Mi alma está unida a ti,
Y TU DIESTRA ME SOSTIENE. Al.leluya.

Y quiero acabar con la Madre dulcísima :

BENDITA SEA TU PUREZA



Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, CELESTIAL PRINCESA,
Virgen sagrada, MARÍA,
Te ofrezco desde este día,
Alma, vida y corazón.
MÍRAME CON COMPASIÓN,
NO ME DEJES, MADRE MÍA.



Con ternura
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P




7 comentarios:

  1. Buenas noches.
    Son las 0,10 h., con estas oraciones me voy a dormir.

    Una abraçada, Montserrat

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  2. El salmo 62 como tantos otros es una autentica belleza, este es uno de mis preferidos.
    ¡Que dicha la de saberse encontrado por Dios!

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  3. Que paz da saber que Dios nos busca y se deja encontrar por nosotros.

    Feliz Domingo.Voy a preparar comida para 17. Muchas gracias y siga rezando por nosotros, que lo necesitamos

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  4. "mi alma esta unida a ti y tu diestra me sostiene...." este parrafo del Salmo me llega especialmente, pues sin El no somos nada y nada podemos.. abandonemonos a El.
    Un peto.

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  5. LA CONSAGRACIÓN A MARIA, ME TRAE RECUERDOS DE LA LEGIÓN DE MARÍA Y LAS COFRADÍAS DE LA VIRGEN, GRACIAS POR TAN BELLOS RECUERDOS, HERMANA CECILIA.
    DEJO UN ABRAZO DE PAZ.

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  6. Bellísimo el poema. La oración a María mi madre nos la hacia rezar a mi hermana y a mi, todas las noches. Siempre está vigente.Gracias por el recuerdo. Sor Cecilia el hombre comenzó a creer en algo superior en los comienzos de la prehistoria, cuando se dio cuenta de la inmensidad del universo que lo rodeaba, y, de su tamaño en él, por lo tanto es imposible no creer en Dios. El hombre de hoy está tan afectado por el consumismo que no tiene la capacidad de encontrar a Dios en las cosas más simples, en los más próximos. No se hace de unos minutos para pensar hacia dónde vamos.
    ¡Qué distinto sería todo si encontrara a Dios!
    Besos querida Sor Cecilia.

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  7. hola sor Cecilia un abrazo muy fuerte y me arrimo a su oración en la ternura de Dios.gracias por la oración.

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